La gira que el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, viene desarrollando en Latinoamérica es una de las más largas de su período. Pero también la más tardía. Casi al final de su Gobierno, Bush se acuerda que existimos.
En esta oportunidad, la gira incluye visitas a Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, y culminará este 14 de marzo.
Aunque la agenda que desarrolla abarca temas locales en cada país, en términos regionales, pueden identificarse cinco: comercio, seguridad internacional, democracia, lucha antinarcóticos e inmigración.
El gigante Brasil –y en menor medida Colombia- han logrado introducir un punto más en la agenda, el de mayor futuro, tal vez: el biocombustible.
Porque si hay algo que preocupa en serio a Estados Unidos es la búsqueda de fuentes alternativas al petróleo, no sólo con el ánimo de descontaminar el planeta –si así fuera ya habrían firmado el Protocolo de Kyoto-, sino para asegurar el ritmo de producción necesarios para seguir dominando el planeta.
Estados Unidos es hoy en día el hegemón y necesita un combustible –limpio o sucio, la verdad- para seguir creciendo. En este sentido, la visión de los norteamericanos sobre el futuro de América Latina podría cambiar de eje.
Al menos borraríamos la impresión que el 2002 tuvo un grupo de especialistas de la CIA que fueron convocados para preparar un documento sobre el futuro del mundo y las megatendencias de la humanidad.
El resultado fue la realización de un mapamundi proyectado al 2020 en el que la región ubicada desde Río Grande hasta Tierra del Fuego, prácticamente no existía.
En la visión yanqui futurista, América Latina era una región inestable políticamente, con insurrecciones separatistas en el área andina, y gobiernos autoritarios y populistas buscando atender las crecientes demandas sociales.
Con excepción de Brasil, ningún otro país ingresaba al club de los Estados viables del mundo. La gran mayoría formaba parte de los Estados fallidos del que nos habla el embajador Oswaldo de Rivero.
Lo que los gringos no vieron fue el potencial enorme de la región en un recurso apetecible conforme avanzan los cambios climáticos: el agua. El 25% de agua dulce del planeta se concentra en América del Sur.
Otro potencial no señalado es la biodiversidad existente y la posibilidad de empujar la reconversión del uso del petróleo por biocombustibles de caña de azúcar, maíz u otras especies nativas.
Recién ahora los gringos se ponen las pilas y aprovechando la visita de Bush por estos lares acaban de firmar con Brasil un convenio para desarrollar y potenciar esta industria.
El petróleo es un bien no renovable. Se está acabando en el mundo. Esta es también una de las causas de conflictos interregionales, además de la lucha eterna entre occidente y oriente.
Es urgente buscarle un sustituto. La riqueza de Hugo Chávez no dura para siempre.
El Perú tiene agua y biodiversidad y podría ingresar al mercado del biocombustible. Existe aún un proyecto en la selva peruana para transformar la caña de azúcar en etanol. Es una oportunidad, quizás una de las últimas que se le presentan a América Latina para aparecer en la foto del mundo el año 2020.
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1 comentario:
Cuando inició su gobierno Bush dijo que América Latina sería la prioridad de su gobierno. Incluso su primera visita oficial fue a México y no Canadá como era la costumbre de los presidentes gringos.
Pero, enseguida vino el 11 de setiembre y adiós ayuda. Todo se dirigió a enfrentar la ola terrorista internacional. América Latina perdió.
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