23 septiembre, 2009

De cabrones y encabronados

En política, como en otros aspectos de la vida, hay cabrones y encabronados. Los primeros se arredran ante los problemas, aunque pueden sobrevivir a ellos. Los segundos son gallos de pelea y pueden morir peleando aunque sea con su sombra.

Humala, asumiendo la pose temeraria de los segundos, ha acusado a García y Fujimori de encarnar el espíritu de los primeros.

Y no le falta razón. Más que pensar en el insulto o la lisura (que no lo es; cabrón es apenas un sinónimo de perverso, pendejo, o maricón), Humala ha pensado en la comunicación directa con su público.

El comandante ha hablado como cachaco, porque ese es el lenguaje que mejor funciona con un público radical. No por nada la mejor plaza electoral del Nacionalismo es el sur del país.

Lo que en Lima puede causar rechazo, es música celestial para un público que está pidiendo a gritos cambios drásticos en el manejo político y económico.

Aunque lo niegue, el discurso radical de Humala es adecuado para una plaza radical.

Llamar a García y Fujimori miedosos, medrosos, temerosos o apocados, no funcionaría tan bien en Chumbivilcas como un sonoro “Cabrones”.

Encabronarse ante el rival político es un recurso válido. Llamarlos cabrones también. Lo que se busca en estos casos es lograr empatía de código con el público al que se dirige el mensaje.

Probablemente muchos no entendamos esto y nos parezca que se rebaje el nivel político. Nada de eso. Es un mensaje político ramplón, directo y concreto que ha llegado a su público objetivo, sin más forro que su precaria y desnuda contundencia.

2 comentarios:

Omar Jaimes dijo...

Exacto, justo hoy han pasado un reportaje en Prensa Libre, que particularmente me parecio de lo más ridículo, sobre la utilización del término CABRON por Ollanta Humala, para empezar no vote por el ni votaría tampoco, pero hay que ser bien inocente para pensar que el uso de los ajos y cebollas, es algo propio o que caracteriza a la cultura politica peruana. Y no sólo eso sino que al mismo tiempo hay que ser bien cara dura, como los apristas, para sentirse indignados por la utilización de ese termino "tan feo y soez". Lo peor es que entrevistan a un Historiador para ratificar que efectivamente es propio de la cultura politica peruana. Que esperaban que les diga que no??

La política como actividad es pasional, es envolvente y en campaña o epoca de coyuntura muchas veces se exhacerva, en Perú, Venezuela, Argentina, EE.UU. o en la China. Sin embargo, como tu dices hay públicos y públicos. Pero no es para rasgarse las vestiduras tampoco.

Mousqueton dijo...

El problema no es si el Sr. Humala ha utilizado un epíteto popular para expresar públicamente su discrepancia y antagonismo político con el Presidente de la República.
El problema es que consentir este tipo de discurso político es atentatorio contra la Democracia.
El Presidente de la República, al margen de toda las limitaciones, defectos, complejos y/o rasgos negativos en la personalidad que pudiera tener, es la persona que una mayoría de los ciudadanos peruanos eligieron para ocupar dicho cargo.
Al haber sido elegido para dicho cargo, el Sr. Garcia dejo de ser una persona individual y se convirtió en representante de todos los Peruanos. La institución Presidencia de la República es una institución que pertenece a todos los peruanos y que no transforma a las personas que ocupan transitoriamente el cargo pero si les otorga una investidura que emana directamente del pueblo que representa.
Insultar al Presidente de la República equivale a insultar al pueblo Peruano.
De la misma forma quien es electo para ocupar el cargo de Presidente de la República debe entender que al hacerlo ha dejado de ser líder de un partido político y/o representante de la mayoría que lo elijó. Al ocupar el cargo, se convirtió en representante de todos los Peruanos; de los que votaron por el y de los que no lo hicieron; de los que comulgan con su ideología política y de los que son contrarios a ella.
Es lamentable que sean pocos los gobernantes que han dado muestras de entender lo que conlleva esta representación y de la necesidad de comportarse a la altura de la misma.
De tal forma, no se puede consentir que quienes aspiran a ocupar democráticamente dicho cargo personalicen y ofendan la institución al punto de crear en el pueblo la percepción de que la institución es la persona que ocupa el cargo. Percepción personalista que atenta contra la Democracia al insinuar indirectamente que el Presidente de la República es un patrón en lugar de un servidor publico.
Quienes somos demócratas resentimos y censuramos el exabrupto del Sr. Humala con la misma contundencia que censuramos algunos excesos del Presidente que indicarían que este tampoco tiene claro lo que representa la institución Presidencia de la República.
No dejar constancia de esto equivale a consentir que se confunda a los peruanos sobre que es la Democracia y mas aun que eventualmente tengamos que soportar candidatos políticos que se sientan en libertad de tachar públicamente al Sr. Humala como “Una meretriz al servicio de determinado proxeneta político llanero” pero utilizando epítetos mas populares.