04 enero, 2010

¿Fujimori libre antes del 2032?

¿Qué podría provocar que Fujimori salga de la prisión antes de cumplir su condena el año 2032? El indulto, ya sabemos, no procede. Tampoco la amnistía, puesto que ha sido sentenciado por delitos de lesa humanidad. Entonces, ¿qué tendría que pasar para que el ex presidente no termine sus días en la cárcel?

Una primera vía sería la generación de una gran conmoción social. Un estallido civil violento de masas desbordadas que anhelan y reclaman por la fuerza la libertad de su líder. Una acción política de masas. En la línea del titular de hoy del diario fujimorista La Razón: "¡Comienza guerra por Fujimori!". Una lucha política en las calles, en suma.

Una segunda, no violenta, sería fruto del resultado electoral 2011.

Aunque primero sería necesario transformar la campaña electoral en una especie de plebiscito en el que se pone al pueblo en la disyuntiva de decidir por Keiko y la libertad de su padre, o no votar por ella y ratificar la pena del condenado.

En este caso, si Keiko gana de manera aplastante, no habrá forma de evitar que no le abra las puertas a su padre. Excepto, claro, una acción violenta de las masas que perdieron las elecciones.

Otra posibilidad es que Keiko no triunfe en las ánforas, pero alcanza una votación respetable que le permite tener una buena representación parlamentaria. En ese caso, el fujimorismo tendría la fuerza necesaria para obligar a los demás grupos políticos a reconsiderar el “asunto Fujimori”.

El país se dividirá entonces entre quienes querrán voltear la página de la historia y mirar hacia adelante y entre quienes defenderán el derecho a castigar los abusos del Estado y sus gobernantes.

En todos los escenarios el “factor Fujimori” será una constante en la política peruana. Su condena ratificada en segunda instancia es un capítulo más de una lucha política más larga.

Esta lucha política pasa por reconocer que todo delito debe ser castigado. El castigo debe ser justo y razonado, en consideración al daño infringido.

También que el primer deber del jefe del Estado es preservar la vida de todos los ciudadanos. No quitársela. Ni aplicar la justicia por mano propia. Ni apoderarse de todos los poderes y concentrarlos.

Un gobernante no puede abusar del poder ni caer en delitos de lesa humanidad sin que sea castigado ejemplarmente. No hacerlo es debilitar el estado de derecho y la democracia. Aceptar ser vasallos y no ciudadanos.

Lógicamente, nos ahorraríamos todos estos caminos si las fuerzas democráticas tuvieran la grandeza y lucidez de derrotar al fujimorismo, de manera contundente, en las ánforas.

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