La licencia temporal de Jorge Del Castillo a la Secretaría General del Partido Aprista tiene los visos de un acuerdo en el que el Presidente García –una vez más–, juega para las tribunas.
Del Castillo baja al llano por un tiempo máximo de 45 días, según los estatutos de su partido; tiempo suficiente para calmar las aguas y regresar a su puesto de comando.
García puede demostrar al público que sigue manejando el partido y que su voluntad moralizadora es legítima y se impone aún en la alta dirigencia de la Casa del Pueblo.
Si Del Castillo pensó en algún momento resistirse, rebelarse, decir hasta aquí nomás y recordar y hacer pesar su fidelidad al defender a Alan en su hora más oscura, habrá sido sus cinco segundos de debilidad.
Lo cierto es que ha dado un paso atrás y se ha tragado el sapo de perder momentáneamente y nominalmente la dirección del partido para enfrentar las acusaciones en su contra.
De paso, ha dejado en out side a Omar Quesada que ha pregonado a quien lo quiera escuchar que no renunciará a su cargo partidario. Pamplinas. Quesada está fuera.
La actitud de Del Castillo no es parte del martirologio, esa convicción budista, que ha identificado a los apristas desde las catacumbas.
No. Del Castillo no tiene ese espíritu de hombre resignado a subir al patíbulo.
En su decisión de asumir las órdenes de Alan García tiene que haber algo más grande; algo que merezca redactar una carta en la que le entrega a García momentáneamente su cabeza.
Estamos ante una puesta en escena. García le pide a Jorge que renuncie. Jorge lo complace con una licencia. Y todos felices. Eso, claro, a cambio de que la fiscalía no encuentre nada y en menos de lo que canta un gallo todo vuelve a ser como antes.
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1 comentario:
Al Tío George le pican las patitas para irse con su gentita, pero sabe k no es el momento, y menos en una etapa electoral donde es difícil armar el kiosko de la noche a la mañana, se retira pero va a soltar una bomba contra alancito. Tio George es vengativo ... esperemos, esperemos
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