Nuevamente salió ayer el Presidente con su verbo inflamado y su dedo acusador en alto a despotricar contra quienes considera son una “basura” por haber hecho en Cofopri una “corrupción asquerosa”.
- Son una “ratas”, han cometido “pillerías”, bramó.
Y si creían que él iba a apañar estos actos, se equivocan, “(que se) vayan al diablo”.
El presidente parecía hablar desde una tarima moral, como si levitara ante el problema generado por sus propios partidarios, marcando distancia y mostrándose severo, hastiado, fiscalizador.
Falso. Ese mismo papel de asqueado por la corrupción lo asumió cuando estalló el escándalo BTR.
“Ratas asquerosas”, llamó en esa oportunidad a los implicados que veían al Estado como un botín y que llegaron incluso a su despacho.
Ese mismo discurso encendido lo usa cada vez que se descubre un nuevo caso de corrupción que ha lo ha seguido en todo su gobierno: la venta de alimentos sobrevaluados en el terremoto de Pisco, la compra de patrulleros, la construcción de hospitales, la reconstrucción de colegios, la venta de Collique, los sucios negocios de los Petroaudios, hasta llegar a la adjudicación de terrenos a través de Cofopri.
Mucha basura para tan poco recogedor. Demasiado verbo y nula acción.
En lugar de una lengua severa lo que el Presidente necesita es una mano firme que corte de raíz todos estos actos de pillaje que con tanta desfachatez empiezan a salir en el tramo final de su gobierno.
29 abril, 2010
Urgente: Campaña de desratización
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