10 diciembre, 2007

Fujimori y el código naranja

Exaltado, en unos pocos minutos, Alberto Fujimori, trazó su estrategia de defensa: recibió un país en bancarrota, con hiperinflación, asediado por el terrorismo no sólo de Sendero Luminoso y el MRTA, sino del Comando Rodrigo Franco y otros; las Fuerzas Armadas y Policiales estaban replegadas, 13 millones de peruanos vivían discriminados en las zonas más pobres del país; 25 millones de peruanos fueron liberados y recuperaron plenamente sus derechos humanos. Fruto de decisiones como esa, el Perú hoy, en efecto, avanza.

El argumento recuerda la película dirigida por Bob Rainer, Cuestión de Honor, que narra la muerte del soldado William Santiago a quien La Marina había aplicado un “Código Rojo” que no existe en ningún manual, pero que se usa para eliminar a supuestos elementos débiles –dentro de las Fuerzas Armadas- que no sirven para luchar contra enemigos poderosos sean potencias extranjeras o terroristas.

El general Jessep (Jack Nicholson), autor de la orden de muerte, no puede entender cómo unos civiles “vestidos de mariquitas” pretenden juzgar un acto que en el fondo es la base de las Fuerzas Armadas de un país democrático que envía sus hijos a la guerra para que otros puedan ir tranquilos a estudiar o a trabajar y regresar a casa a ver televisión.

El abogado(Tom Cruise)logró arrinconar al general hasta arrancarle la confesión de que fue él quién dictó el Código Rojo contra el soldado Wiliam Santiago utilizando su propia lógica de defensa y llevándolo al extremo de enseñarle que detrás de cualquier acción encaminada a defender la Patria, el uniforme o el país existe un Código de Honor.

Es el Código de Honor el que ha sido trastocado por Fujimori.

- ¡Soy inocente!, clamó ante cámaras, luego de trazar una idea del país al borde del colapso que recibió y que, según su código naranja equivocado, hizo lo que tuvo qué hacer.

Como el general Jessep, Fujimori no entiende que el Estado no puede responder con los mismos métodos empleados por sus asesinos, porque perdería el valor ético que necesita para diferenciarse del enemigo y señalar su superioridad moral.

Fujimori se desespera por mostrarse como un patriota que se jugó por el país y asumió reformas y actos necesarios para recuperarlo. Ahora que todos disfrutamos de las ventajas de un país pacificado, pretendemos juzgarlo como un vulgar asesino. ¡Por qué, si yo les di la paz que tanto necesitaban!, parece decir.

Las escenas finales de la película de Rainer pueden ayudar a comprender por qué la aplicación de la muerte extrajudicial a manos de quienes precisamente juran defender la vida de sus ciudadanos es un hecho condenable.

El teniente Kendrik al escuchar la sentencia que lo expulsa del cuerpo armado se dirige a otro oficial y le pregunta ¿qué hicimos mal?, ¿por qué nos sancionan si sólo cumplimos con nuestro deber?

- No, soldado. No hicimos bien –reflexiona el oficial. Actuamos mal. Nosotros somos soldados y nuestro deber es defender a gente como el soldado Santiago; no matarlo.

La defensa debe tener presente esta diferencia entre la aplicación de un “Código Naranja” que viola los derechos humanos, y el uso de un verdadero Código de Honor que está por encima del objetivo a cumplir. El fin no justifica los medios.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

CHINO, CHINO,CHINO!!!!
DIGAN LO QUE DIGAN, EL CHINO DEVOLVIO LA PAZ AL PERU Y ASI LO RECONOCEN TODOS.
NI LOS CAVIRES PAGADOS POR GOBIERNOS EXTRANJEROS, NI SEUDO DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS PODRÁN CONTRA LA FUERZA DEL FUJIMORISMO QUE YA SE SIENTE A LO LARGO Y ANCHO DEL PAÍS, SIN QUE LAS ENCUESTAS PUEDAN OCULTARLO.
DE TODAS MANERAS UN FUJIMORI LLEGARÁ A PALACIO EL 2011.

Anónimo dijo...

Hay que estar atentos. El tema acá es que Fujimori va a plantear su estrategia de defensa no sólo en términos legales. Va a procurar ser mediático más que otra cosa. Hay un muy buen análisis acá http://innova70.blogspot.com/2007/12/la-guerra-por-la-opinin-pblica-fujimori.html

Anónimo dijo...

Tan poca acogida tiene Fujimori que "sus huestes" se pintan la cara para evitar ser reconocidos. Muchos de ellos actúan pagados y encima tratan de echar acusaciones de "pagados" a los manifestantes de la CGTP y otros grupos que sí tienen un legítimo interés en que Fujimori salga sentenciado. "La fuerza del fujimorismo" languidece y se opaca cada vez más, con su líder convertido en un delincuente que ha confesado haber cometido, de momento, un delito. Ya vendrán más confesiones.