La atomización de UPP, tras catorce años de fundada, reafirma la desconfianza hacia los partidos políticos y pone en serias dudas a estas organizaciones como base y sostenes de la democracia. Al menos, por aquí.
Lo que tenemos hoy en el Perú como organizaciones políticas llamados pomposamente partidos políticos, son estructuras endebles, vacías de representatividad; activadas sólo en época electoral, sin mecanismos de relación permanente y eficaz con la sociedad.
¿A qué sector del país le interesa en cuántas facciones terminen licuándose las bancadas del Congreso? ¿Qué beneficio pueden esperar los electores de esta especie de diáspora permanente en la que caen los partidos políticos en el Perú?
Partidos inestables y veletas no pueden ser la base de la democracia. Estos representantes que cada legislatura cambian de sillas como en el juego musical no representan, sino a sus propios intereses.
Quizás habría que repensar nuestra forma de representación política. El partido político es hoy una organización cerrada que excluye a la mayoría ciudadana, por lo que no puede erigirse en su real representante.
La ley legitima dicha representación, pero no los hechos. Las representaciones y aspiraciones de las mayorías no están en los partidos políticos. Estos son necesarios para acceder legalmente al poder, pero constituyen un obstáculo para gobernar. Los apetitos personales son el cáncer de las organizaciones políticas.
Mientras los partidos se sigan subdividiendo por componendas, inconsecuencias, deslealtades, traiciones e intereses personales, será mejor buscar otro referente cuando hablemos de fortalecer la democracia.
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02 agosto, 2008
La pulverización de los partidos políticos
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