27 agosto, 2007

El ladrillo de los pobres

El adobe o barro secado al sol, como materia prima de construcción, ha acompañado al hombre casi desde sus orígenes.

Al salir de la cueva, las primeras casas probablemente fueron hechas con ramas de árboles, pero al descubrir la agricultura y fundar las primeras ciudades, el hombre echó mano a la tierra húmeda y construyó con ella no sólo casas, sino murallas, templos y pirámides.

Se calcula que hoy al menos un tercio de la humanidad, unos 2 mil millones de personas, viven en casas de barro. En el Perú, según el Instituto Nacional de Estadística (INEI), más de 9 millones de personas viven en casas de adobe.

Por eso, son loables –aunque irreales- las intenciones de quienes como el decano del Colegio de Ingenieros del Perú, Javier Piqué del Pozo, creen que, aprovechando el colapso habitacional que ha causado el terremoto en el sur peruano, es hora de dejar el adobe y pasar al ladrillo y cemento.

El adobe es el ladrillo de los pobres.

Cifras moderadas consideran que se necesitan alrededor de 450 millones de soles para reconstruir las ciudades afectadas. El gobierno ha creado Fondo de Reconstrucción del Sur (Forsur) y ha desembolsado un adelanto de 100 millones de soles –de un presupuesto anunciado de 250 millones de soles- que resultará insuficiente.

Mientras un 44% de familias sigan viviendo debajo de la línea de la pobreza es irreal pensar que se pueda dictaminar por decreto la construcción de casas en material noble. No se puede prohibir lo que realidad determina.

Lo que sí se puede hacer es reglamentar el uso del adobe reforzado, difundir las técnicas de construcción de casas de barro, capacitar a los maestros constructores. Para ello se puede aprovechar las investigaciones que desde hace más de 20 años realizan universidades como La Católica o la UNI.

El caso contado en el portal de La Católica es particularmente estimulante.

En 1998, como parte del proyecto entre la Cooperación Técnica Alemana (GTZ por sus siglas en alemán), el Centro Regional de Sismología para América del Sur (CERESIS) y la PUCP, ocho viviendas de Guadalupe y Pachacútec en Ica, fueron construidas con paredes de adobe reforzadas con mallas electrosoldadas.

Estas viviendas -por increíble que parezca- resistieron los sismos del 23 de junio de 2001 y el reciente del 15 de agosto de 2007. Don Ego Espinoza, domiciliado en la Calle Callao 304, esquina con la Calle Rímac, en Guadalupe, puede dar fe de esto. Las paredes de su casa no se rajaron y aguantaron a pie firme los dos terremotos.

El adobe, bien tratado, combinando el uso tradicional con las técnicas modernas de construcción, constituye una alternativa para construir casas económicas y seguras para una gran mayoría de la población.

Después de todo, si alguno recuerda la casa del abuelo en la provincia podrá convenir en algunas de las ventajas del adobe: fresco en verano y abrigador en invierno; algo que no tiene la gélida mezcla de ladrillo, fierro y cemento.

Ver: http://blog.pucp.edu.pe/index.php?blogid=603



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen análisis.Realista y concreto.Porqué no enviárselo a la prensa española que quiere dar lecciones de lo que no sabe ni se molesta en entender?

Politikha dijo...

Cierto, varios corresponsales españoles han centrado su análisis en lo precario del material de construcción usado, desconociendo que también en el adobe las técnicas de preparación y construcción han evolucionado con el tiempo.