06 julio, 2008

Yo paro, tú tampoco

El paro es un instrumento político. Es una herramienta, una postura, netamente política. Aún si su plataforma fuera cien por ciento laboral, ésta, en esencia, es una respuesta política.

El paro es además un derecho. Está consagrado en la Constitución y como tal una de las virtudes de la forma de gobierno entre los hombres.

Parar es protestar en democracia. Nadie está obligado a hacerlo. Pero tampoco impedido de ello.

El paro es una respuesta de un sector o grupo de interés sobre aspectos económicos políticos con los que no está de acuerdo. Por eso es también una válvula de escape.

Un paro igualmente es una oportunidad para medir fuerzas. El gobierno versus los que paran, si es nacional. Las fuerzas que realizan el paro versus los gobernantes sean del nivel que sean.

La gran mayoría, por lo general, es ajena a los paros. Como a los asuntos políticos más elementales. Es una mayoría silenciosa que observa los acontecimientos en la televisión. Y eso.

Si esta mayoría no sale de sus casas por falta de transporte o de seguridad, los que convocan el paro los suma a su causa; por el contrario, si salen a trabajar, el gobierno los mete en su estadística.

Puede que, en el fondo, los directamente afectados de uno u otro lado no estén precisamente en ninguno de los bandos. Es gente que circunstancialmente se ve envuelta en el paro y sus consecuencias.

Un paro es contundente si hay conciencia de parar. No es necesaria la violencia. Ni siquiera el acto público de marchar. Simplemente basta la voluntad de parar.

Este acto se expresa en hechos que sí nos afectan. Que la panadería no venda pan, que el tendero no abra su tienda, que el mercado no funcione, que el transporte no circule.

Si todo ello ocurre a la vez, el paro se hace sentir. Si sucede lo contrario, entonces, pasa desapercibido.

De cómo se incline la balanza –en esta tensión de fuerzas– dependerá que el gobierno escuche las demandas del paro.

De todas formas, siempre es mejor escuchar lo que dice la calle. Y como gobernante de turno es más responsable y democrático atender antes que ignorar.




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