03 noviembre, 2012

NO, no se va, no se va, Susana no se va

La alcaldesa de Lima Susana Villarán debe quedarse, como sostuvimos en un post anterior, porque ha decidido enfrentar dos de los problemas más urgentes en ciudades como las nuestras en Latinoamérica: la comercialización de alimentos y el transporte público.

Si algo une ambas actividades es una compleja red de hilos económicos, sociales y culturales en los que la informalidad es la base de acumulación de dinero y poder de ciertos grupos acostumbrados a vivir sacándole la vuelta al Estado.

En los mercados, dichos grupos dominan en base a la fuerza y extorsión e imponen sus propias reglas al margen de la ley y la autoridad. Así funcionan desde la venta de verduras hasta el expendio de pollos, carne y pescado. Los reyes de la comercialización nacieron del acaparamiento y la especulación y les cuesta formalizarse, pagar impuestos y mejorar, por ejemplo, aspectos de salubridad y seguridad.

Algo similar pasa en el transporte. Coima de por medio, informalidad y mal trato a los pasajeros son solo evidencias de un desorden en el sistema público de transporte en donde se impone la “ley del centavo”; buses y combis que compiten por levantar pasajeros en cualquier parte, en lugar de ordenar paraderos y rutas como viene haciendo la autoridad municipal.

Orden y autoridad van de la mano. No se entiende la una sin la otra. El resultado es respeto y mejor calidad de vida para todos.

Hay muchas diferencias entre Estados Unidos y el Perú, pero, precisamente dos actividades económicas que están debidamente normadas en USA son el sistema de comercio de alimentos y el transporte público.

En relación al tránsito, aquí existe orden y respeto al peatón o ciclista. Existe respeto al espacio público, que es el espacio de todos.

Los estacionamientos están perfectamente ubicados, seleccionados y ordenados de tal forma que a nadie se le ocurre estacionar su carro en el primer lugar que encuentra. Los gringos han llegado al extremo de señalizar todo tipo de paraderos: Para vehículos de auxilio (bomberos, servicios médicos, emergencia), para vehículos autorizados, para visitantes, para vehículos de transporte público, taxis, motos, bicicletas, carga, en fin, si no encuentras un sitio para tí es porque no existe.  

A nadie se le ocurre dejar su auto un ratito en la esquina. Ni buscar al chico que cuida y dejarle una luca para que lo chequee un toque. Eso no existe. El parqueo es un servicio público de la comuna para la comunidad.

Empezando por allí, todo empieza a tener sentido.

De manera que la alcaldesa de Lima ha decidido agarrar a dos toros directamente de los cuernos. El traslado de La Parada y los cambios en la Av. Abancay y el reordenamiento de rutas, son señales de que vamos por buen camino.  Son reformas de fondo que ponen a prueba no solo nuestro crecimiento, sino nuestro desarrollo.

Ordenar el tránsito y la comercialización de alimentos quizás sean dos primeros grandes pasos para ordenarmos como país. ¡Adelante Susana!

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