Franz de Wall es un experto en primates que con expirementos sobre la conducta de simios en cautiverio trata de explicar algunas raíces profundas del comportamiento humano, tildado a veces de irracional y violento.
Uno de esos experimentos consiste en otorgar a grupos de simos uvas o pepinos como recompensa a trabajos realizados. Mientras todos los grupos reciban lo mismo no hay problema. Pero si uno de los grupos recibe uvas –delicia de los primates- y otro recibe pepinos por igual trabajo, entonces los que reciben pepinos inician una rebelión.
La respuesta de los simios que se sienten afectados es negarse a realizar el trabajo o negarse a comer los pepinos. En los humanos esta reacción –afirma de Wall- es conocida como “aversión a la injusticia”. No es una respuesta irracional, sino profundamente justa. Nadie quiere ser castigado con menos por igual trabajo. La diferencia con los humanos es que de mantenerse esta situación se desencadenan estallidos de violencia.
Algo de eso vemos en los acontecimientos de Moquegua. Los pobladores de esta región, ven que sus “iguales” de Tacna reciben más canon que ellos por la producción de minerales. Y no quieren sólo pepinos. Reclaman con violencia su porción de uvas frescas.
Muchas conductas similares se despiertan cuando se anuncia que el Perú registró un crecimiento de 13,5% en abril. ¿Dónde está ese crecimiento que a mí no me llega? parecen decir los marginados de este “boom económico” de cifras y estudios. ¿Por qué debo esperar a que otros sigan comiendo uvas mientras a mi sólo me dan pepinos?, se pregunta su subconciente más profundo.
Los pobladores de Moquegua ven que los racimos pasan por sus narices, muchos se van al exterior, otros quedan en las arcas del Estado, pero muy pocos quedan en su pequeño espacio de vida diaria. La política tiene que encontrar el equilibrio entre la producción total de uvas para evitar que se de solo pepinos a la gente. Más aún cuando el precio de las uvas –minerales- hace que las empresas obtengan enormes ganancias.
Es deber del Estado equilibrar los beneficios que el crecimiento económico genera. No basta anunciar que la pobreza disminuyó en 10% en los últimos dos años. Nadie cree en esas cifras. No al menos en el sur, donde no se siente. Los pobres han dicho no más pepinos. Y lo han hecho, como saben hacerlo los humanos: con violencia inusitada.
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2 comentarios:
Calificar como primates come pepinos a los habitantes de Moquegua, y de cualquier parte del Per� adem�s de ofensivo es inaceptable. Aunque algunos moqueguanos se comporten como gorilas. M�s a�n viniendo el agravio de uno de los voceros de Alejandro Toledo. A ver si evolucionan.
Charles:
Por favor, nadie está calificando de primates come pepinos a los habitantes de Moquegua. Es solo una reflexión que busca escarbar en la psiquis humana este tipo de respuestas explosivas, violentas, que adopta el ser humano para expresar su protesta frente a la desigual destribución de la riqueza.
No hay que ser tan "literal", mi estimado darwin. Por lo demás, no descartes observar a nuestros lejanos perientes para encontrar respuestas a nuestros comportamientos. No hay nada peyorativo ni un ánimo de desnaturalizar la protesta.
Además, sobre evolución, jamás estaría a la altura de alguien que se llama a sí mismo charles darwin.
Sls.
LACH
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