La emboscada a la camioneta policial fue feroz; en el peor estilo senderista. La ministra del Interior, Pilar Mazzeti, ha revelado detalles del atentado. Agazapados en los matorrales, los atacantes aguardaron a sus víctimas durante horas. Cuando los tuvieron en la mira les dispararon sin tregua. 148 tiros de fusiles de guerra. Los policías no tuvieron opción de repeler el ataque. Luego de acribillarlos, los homicidas se acercaron y los remataron.
Fue un acto de crueldad suma que ha llevado –del verbo incontenible del Presidente de la República-, ha reabrir el debate en torno a la aplicación de la pena de muerte para terroristas. Luego de un acto de extrema violencia como el descrito, es lógico que la pasión se desborde.
Pero la diferencia entre el gobernante y los gobernados debe ser, precisamente, discernir entre acciones emotivas y actos racionales. Serenarse en los momentos más difíciles y aquietar la pasión para pensar como conductor y no como un simple mortal que clama venganza.
¿Puede el Estado responder a la violencia extrema con la misma arma? ¿Cómo enfrentar un acto calificado de vesánico y demoníaco por el propio Jefe del Estado, sin caer en la lista de países bárbaros?
Algunos lectores han equivocado mi interpretación sobre el uso legítimo de la violencia con la decisión de aplicar –y eventualmente ampliar- la pena de muerte.
“El Estado debe eliminarlos sin contemplaciones. No valen aquí argucias como instaurar un diálogo político o incorporarlos a la vida política, como reclamaron los rezagos senderistas en el reportaje de televisión. Quien usa las armas para hablar debe esperar respuesta en el mismo lenguaje”, señalé en mi post anterior.
Me refería a las leyes de la guerra. No a la aplicación de la pena capital. En el combate armado hablan las armas. En la vida civil rige la ley. En la convivencia democrática la ley y la justicia. En el campo de batalla, los soldados tienen el deber de protegernos con el uso de sus armas. Si Sendero dispara a matar, las Fuerzas Armadas y Policiales tienen el legítimo derecho de eliminarlos de la misma manera.
La pena de muerte implica salirnos del amparo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. A partir del 10 de enero del próximo año, el Congreso pondrá en agenda este tema. Se discutirá la propuesta enviada por el Ejecutivo el pasado 11 de noviembre. El debate excederá el foro legislativo. Es necesario que así sea para asegurar que la decisión que se adopte sin apasionamientos, ni odios.
La emboscada senderista ha caído como anillo al dedo al discours de mort del Presidente García. Pero, cuidado, pena de muerte en combate es una cosa y pena de muerte por venganza o cálculo político, es otra totalmente distinta.
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