¿Cómo explicar coherentemente que los empresarios peruanos tengan tres veces más confianza en un hombre que cuando gobernó dejó la economía en ruinas y otro que la dejó en crecimiento como pocas veces en la historia?
Según una encuesta de la Universidad de Lima hecha a 212 presidentes de directorio, Alan García alcanza un 92% de aprobación en este sector, mientras que Alejandro Toledo, en su mejor momento, llegó a 30%.
¿Cómo explicar esta conducta empresarial que no diferencia entre lo que se hizo y lo que se promete se hará?
Hay una respuesta que puede ayudar: el miedo.
Los empresarios peruanos tienen pánico que se repita la historia del Presidente que paralizó el país, produjo la más espantosa hiperinflación y se comió las reservas internacionales.
Frente a la imagen diabólica del nacionalista Ollanta Humala, Alan García aparecía como “el mal menor”. Fue así que el candidato del Apra empezó a ganarse al empresariado. Cuando los empresarios aprueban en más del 90% su gestión al frente del gobierno no lo están comparando con Toledo, sino con el propio García, él del periodo 85-90.
Otra respuesta posible es: la hipocresía.
Los empresarios viven del poder, les encanta lambisquearlo. No hay que olvidar que García para gobernar en su primer periodo se rodeó de los “12 apóstoles”. Los mismos que después apoyaron a Fujimori y renegaron de García, miraron de soslayo al Toledo de los Cuatro Suyos y renegaron del Chino, aceptaron al cholo Toledo presidente y rechazaron a Humala y ahora nuevamente aplauden a García.
Así es nuestra clase empresarial: se acomoda al poder de turno. No tiene bandera. Es hipócrita, políticamente hablando.
Ya lo dice la teoría económica: no hay nada más cobarde que el capital. Y quienes lo detentan se comportan igual. El miedo a perder su poder económico los paraliza y la hipocresía por acercarse al poder para mantener su estatus los anima.
La expectativa que los empresarios muestran con el presente gobierno hay que leerla como la tranquilidad que sienten de que el Presiente García haya cambiado respecto al mozalbete que asumió el poder hace veinte años.
Según ellos las primeras acciones de gobierno de García demostrarían que ha madurado. “Dejémoslo gobernar; no lo molestemos, porque éste es capaz de cualquier locura”, parecen afirmar. Lo que los empresarios no saben es que en política envejecer no necesariamente significa madurar.
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