Tres minutos después del primer ataque a las torres gemelas, CNN empezó a transmitir la noticia. Eran las 8:49 a.m. El presidente George W. Bush estaba fuera de Washington, en un colegio para niños en Texas y su secretario de Estado, Collin Powell, fuera de Estados Unidos, a cientos de kilómetros de distancia, en Perú.
Hacía 30 minutos que Powell estaba en el Salón de Embajadores de Palacio de Gobierno, conversando con el Presidente Alejandro Toledo. Había llegado a las 8 y 15 a.m. en punto. Estaba en el país para participar del nacimiento de la Carta Democrática Interamericana, iniciativa peruana aprobada por la OEA.
El primer ataque a la torre norte, producido a las 8:46 a.m., generó información confusa. Se dijo que una avioneta había chocado accidentalmente contra una de las torres del World Trade Center.
A las 9:02 a.m. impactó el segundo avión en la torre sur. Las imágenes se vieron en directo. Saltamos de nuestros asientos y subimos el volumen al televisor. Fue entonces que se empezó a hablar de un ataque terrorista.
El corazón del imperio había sido atacado.
La sala de prensa -desde dónde seguíamos el encuentro entre Toledo y Powell- se alteró por completo. De inmediato redactamos una nota y se la enviamos al Presidente: “Ataque a Estados Unidos. Dos aviones se estrellan contra el World Trade Center. Se dice que podría ser un ataque terrorista. CNN transmite en vivo”.
El Presidente comunicó a Powell la tragedia. El secretario de Estado dio una orden a uno de sus servidores. El hombre empezó a marcar el teléfono celular. Los edecanes instalaron un televisor en el Salón de Embajadores y pusieron CNN. El secretario de Estado no podía comunicarse. Se fue entonces a otra sala donde días antes se había instalado una línea telefónica especial.
El 11 de setiembre de 2001 murió casi tanta gente como en el ataque a Pearl Harbor en 1941. Fue el mayor ataque terrorista que hubiera sufrido Estados Unidos en toda su historia. Según anota el ex canciller alemán, Joschka Fischer en su libro “El retorno de la historia”, perecieron más del triple del total de norteamericanos que murieron en atentados terroristas ocurridos en los treinta años anteriores.
Powell se dio tiempo para asistir a la asamblea de gobernadores de la OEA, y aprobar la Carta Democrática. La asamblea en pleno guardó un minuto de silencio en homenaje a las víctimas. Al hacer uso de la palabra, en medio de muestras de respaldo y solidaridad de los representantes de América Latina, dijo:
“Una terrible, terrible tragedia ha ocurrido en mi nación, que también les ha ocurrido a todas las naciones de esta región, a todas las naciones del mundo y a todos aquéllos que creen en la democracia.
Nuevamente vemos terrorismo; vemos terroristas, personas que no creen en la democracia, personas que consideran que con la destrucción de edificios, con el asesinato de personas, de alguna manera pueden conseguir un objetivo político. Pueden destrozar edificios, pueden matar gente, tragedia que nos entristecerá; pero nunca les permitiremos matar al espíritu de la democracia. No pueden destruir nuestra sociedad. No pueden destruir nuestra convicción en el proceso democrático”.
Es importante que me quede aquí (en Lima) un poco más, para ser parte del consenso de esta nueva carta democrática. Eso es lo más importante que puedo hacer antes de partir de mi regreso a Washington … ”.
Luego, se despidió de la asamblea y se fue.
Este pasaje lo cuenta Bob Woodward en su libro “Bush va a la guerra”. Pero quienes, circunstancialmente, estuvimos ese día cerca de Powell lo vivimos directamente. Y sentimos de cerca su dolor.
11 de setiembre
Collin Powell
George W. Bush
10 septiembre, 2007
11 - S en Palacio
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3 comentarios:
Me gusta la frase de Powell porque
prioriza la destrucción de edificios a la muerte de personas.
Se ve que tiene un gran amor (por la arquitectura)
Felipe
Buena luchobeto. Fuiste historia, perdon, parte de la historia...
Me encanta el humor negro de Felipe. Y más aún el de Huguito.
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