
El asunto plantea una cuestión más de fondo. ¿Es el desarrollo compatible con la protección del medioambiente? ¿o ambas son palabras antípodas, irreconciliables?
Los beneficios de obtener el gas de Candamo son indudables. La necesidad que tenemos los peruanos de usufructuar ese recurso también.
Pero, ¿servirán las ganacias del gas de Candamo para desarrollar Madre de Dios, Puno, el sur peruano, o se está pensando en entregar el recurso a transnacionales que lo comprimirán en la planta reenvasadora de gas de Pisco para finalmente llevarlo a mercados del exterior?
La dicotomía de protección del medio ambiente o desarrollo es algo que los legisladores deberán resolver en las próximas semanas cuando resuelvan el proyecto de ley enviado por el Ejecutivo.

El gas es el recurso energético del siglo XXI como lo fue el carbón en el Siglo XIX y el petróleo en el siglo XX. A diferencia de sus predecesores es limpio; es decir, no contamina el medio ambiente.
El gas de Camisea tiene reservas probadas de 13 trillones de pies cúbicos (TCF en inglés); Brasil 8 TCF, Argentina 25TCF, Bolivia 52 TCF y Venezuela 146TCF.
Todos los yacimientos ubicados en Sudamérica (con excepción de Argentina) están ubicados en lo que se conoce como la Franja Subandina, porción de tierra entre la base oriental de la Cordillera de los Andes y la selva. Allí están Mipaya, Pagoreni, Camisea, Candamo, Aguaytía y otros.
En 1990 la Mobil descubrió en la Reserva de Candamo reservas de gas por unos 3 TCF, cantidad similar a la de Pagoreni. Diez años después, el año 2000, el gobierno creó El Parque Nacional Bahuaja Sonene, declarado uno de los siete santuarios naturales más emblemáticos del planeta, el 2002, por la National Geographic Society.
Bahuaja Sonene tiene una extensión de 1 millón 92 mil 142 hectáreas. El proyecto enviado por El Ejecutivo propone recortar 209 mil hectáreas, una cuarta parte de lo que corresponde a Candamo.
Según el Instituto Nacional de Reservas Nacionales (INRENA), cuyo director ya fue removido por oponerse al recorte, esta zona protegida “tiene ecosistemas únicos en el mundo: praderas inundables tropicales (las Pampas del Heath), donde viven el lobo del crin y el ciervo de los pantanos; bosques nublados por debajo de los 1,000 metros de altitud (los cerros del Távara) y el valle escondido del río Candamo”.
Una maravilla planetaria por fuera que esconde una riqueza también planetaria por dentro. En El Hablador –considerada en términos literarios una de las novelas menores de Mario Vargas Llosa, pero valiosa en términos antropológicos- se plantea esta paradoja que encierra conservación pura de la naturaleza y derecho al desarrollo.

Y si este pensamiento lo llevamos al gas de Candamo ¿podemos explotar racionalmente este recurso y al mismo tiempo preservar para la humanidad futura el recurso renovable, inagotable, de la vida natural en equilibrio del Candamo? ¿Podemos hacer que el gas de esta zona beneficie también a sus propios pobladores? ¿O simplemente se lo entregaremos a dedo a una transnacional que ya conversó con el poder político? ¿Es posible conciliar los términos medio ambiente con desarrollo y política con honestidad?
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