28 noviembre, 2006

Así empezó el TLC

Las primeras conversaciones para lograr un TLC con Estados Unidos empezaron el 23 de marzo del 2002, en el Salón de Embajadores de Palacio de Gobierno. Ese día conversaban el Presidente George W. Bush, de visita en nuestro país, y el Presidente Alejandro Toledo.

Era casi un sacrilegio abordar el tema. Por entonces, no había el casi consenso que hoy existe. El ahora partido de gobierno jaqueaba al gobierno desde el Congreso y sus fuerzas del campo se movilizaban en contra de cualquier medida que pudiera significar liberar nuestra economía.

Los más optimistas consideraban la ratificación de la ATPA –más tarde convertida en ATPDEA-, pero no se les ocurría pensar que el Perú estuviera preparado para entablar una negociación en serio con el gigante norteamericano.

Toledo fue a la vena con Bush.

- ¿Y por qué no damos un paso adelante e iniciamos conversaciones para ir a un Tratado de Libre Comercio entre nuestros países, George?- le dijo, sin protocolos.

Los ojos pequeños y redondos de Bush se abrieron, sorprendidos. ¿Hablaría en serio el presidente peruano? No había sido fácil llegar a este punto. El sistema de preferencias arancelarias para ayudar a las exportaciones de los países andinos, productores de coca, fue gradual. Se expidió en 1991 y entró en vigencia al año siguiente para Colombia y Bolivia y en agosto del 1993 se extendió para Ecuador y Perú.

En diciembre del 2001, seis meses después de asumir el Gobierno, Toledo se encontró con la expiración del ATPA. Su renovación y ampliación requería un acto legislativo del Congreso americano. En ese momento, los países andinos buscaban la ampliación de las preferencias hasta el 2006.

El Presidente peruano mostraba su osadía al plantear un TLC. Más aún si consideramos que en aquel momento, Ecuador luchaba por liberar de aranceles su atún, mientras el Perú esperaba que los productos textiles tuvieran arancel cero y no 20% como eran gravados entonces.

Recién en la segunda semana de febrero de ese año, 2002, los cancilleres de los cuatro países habían obtenido una prórroga de 90 días en los beneficios arancelarios. La política de preferencias arancelarias que permitía exportar a Estados Unidos 6, 500 partidas con arancel cero había sido un éxito. Las fuerzas económicas lo sabían, pero las fuerzas políticas se oponían.

Conforme avanzaba el tiempo, se instaló en el país una fuerte corriente opositora a la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos; promovida más por intereses ideológicos que comerciales.

Finalmente, el 1 de octubre del 2002, Estados Unidos aprobó la renovación del ATPDEA por cuatro años más. Un año después, en noviembre de 2003, se iniciaron las conversaciones formales hacia un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos junto a Ecuador y Colombia.

Lo que había empezado en una conversación en Palacio de Gobierno había dado sus frutos... pero todavía el camino sería largo y tortuoso. (Esta historia continuará).

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