09 noviembre, 2006

Bush, Tocqueville y el TLC

En mayo de 1831, un joven aristócrata francés, por encargo de su gobierno viajó a los Estados Unidos con el propósito de preparar un informe sobre el sistema penitenciario americano. Lo que hizo, Alex de Tocqueville, fue entregar un retrato social y político que revelaba el funcionamiento de las instituciones, así como las costumbres de los habitantes norteños del nuevo mundo.

Tocqueville quedó deslumbrado con la red de instituciones, el gran tejido social que hacía viable la vida en sociedad de los norteamericanos. El pueblo en ese país es soberano, dijo, “la sociedad se gobierna a si misma por sí misma” y el poder de la mayoría era limitado.

175 años después, el Presidente George W. Bush puede suscribir esa frase. El gran pensador francés avizoró el gran poder liberador que tendría la generalización del sufragio como base del sistema democrático.

En un estado democrático el poder es limitado por el voto ciudadano. Así lo ha reconocido Bush al aceptar los resultados electorales, producto del cual, el poder republicano que ostentaba, ha sido equilibrado con la mayoría demócrata alcanzada en el Senado y en la Cámara de Representantes.

Bush pierde las elecciones, su poder disminuye, pero no cae el sistema; éste sigue funcionando. Y sus instituciones igual. Por eso, corresponde al gobierno peruano iniciar los contactos con las piezas claves del nuevo tablero político estadounidense.

Y eso implica, desde el punto de vista peruano y andino, prepararse para eventualmente no aprobar el Tratado de Libre Comercio.

El Presidente Toledo hizo sus mayores esfuerzos para colocar el TLC en la agenda norteamericana y, fiel a su estilo, no se cansó de conversar uno a uno y en grupo con senadores y representantes demócratas y republicanos.

La posta debió continuarla el Presidente García, pero éste prefirió jugar para las tribunas locales, antes que enfrentar el partido en la cancha grande y ajena de Washington. Su visita con el Presidente Bush, no fue acompañada de una iniciativa similar ante los legisladores de ambos partidos.

La tarea de contactar a las nuevas fuerzas de poder recayó en nuestro embajador recién llegado y en el economista Hernando de Soto que actúa sólo, sin admitir esfuerzos de empresarios, congresistas nacionales o, al menos, la ministra del sector.

Ahora debemos enfrentar el plan B. Lograr que se amplíe la ATPDEA, mecanismo que ha logrado potenciar nuestra balanza comercial. No hacerlo, haría peligrar más de un millón de puestos de trabajo.

Estas son las consecuencias de la democracia. El pueblo norteamericano le ha dicho, en las urnas, basta a su Presidente. Y esa decisión, de alguna u otra manera nos afecta a todos. Después de todo, Tocqueville, en su tiempo, también fue duro con ciertos aspectos de la democracia estadounidense. Dijo, por ejemplo, que la opinión pública podía tender hacia la tiranía y que el gobierno de la mayoría podía ser tan opresivo como el gobierno de un déspota.

Y eso que no pudo avizorar el necio proceder de un gobernante que se metió a Iraq para lograr mayor seguridad mundial y lo que ha conseguido, es todo lo contrario. Habemus democracia.

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