Cómo se forma el voto de los electores y qué factores deciden el
mismo, es algo que diversas disciplinas investigan, sin que exista consenso en su
origen o evolución. Hay respuestas desde diversos campos, según sea la
disciplina que acometa el esfuerzo: la ciencia política, la economía, la
psicología, la sociología, la estadística, la comunicación y la publicidad.
La ciencia política alude al papel del liderazgo político y el problema
de llegar al poder y mantenerse, al sostenimiento de un grupo de ideas, la
identificación política, la fidelidad partidaria y la capacidad para movilizar
la estructura organizativa en tiempos de campaña y fuera de ella; para
proyectar y ganar nuevas adherencias o simpatías.
La economía lleva el razonamiento sobre el impacto del crecimiento
y/o decrecimiento que las medidas económicas tienen concretamente sobre los electores.
Esto requiere prestar atención tanto a los beneficiarios del modelo como a los
marginados. Examinar los niveles de pobreza y desigualdad y la expectativa que
tiene la gente de mejoras personales y familiares.
La psicología indaga sobre elementos de la conducta, el
comportamiento de masas, la proyección de la personalidad, las actitudes y
gestos del candidato. Los procesos de empatía, disonancia, afecto o rechazo.
La sociología aporta el análisis de grupos y las dinámicas entre
ellos, la estratificación en niveles socioeconómicos, el comportamiento de individuos
y comunidades, y la aplicación de encuestas y sondeos cuyos modelos de
interpretación, proyección y predicción, son reforzados por modelos matemáticos
extraídos de la estadística.
La comunicación social aporta el análisis del mensaje, las
propuestas de gobierno, el manejo de medios, de redes sociales, la cobertura de
los candidatos; mientras que la publicidad incide en la importancia de la
estrategia de campaña, el slogan y mensajes, la producción gráfica,
audiovisual, digital, y el manejo del marketing político en general.
Sea como fuere son múltiles los elementos que convergen en una
decisión. Y la decisión electoral responde a ese mecanismo multivariable que
forma primero un parecer, luego un juicio, hasta que, finalmente, se convierte
en una determinación. Y aún en esta etapa, es posible aún, cambiar de posición
y emitir un voto diferente al pensado o razonado previamente.
Así, tenemos diversos tipos de votos. El voto disciplinado, duro, militante.
O el voto crítico, pensado, razonado. Pero también, el voto conveniente,
interesado, personalista. O el voto nulo, blanco, alpinchista o viciado. En
todos los casos, las interpretaciones de cómo se forma el voto tendrán las mil
y un explicaciones que aportan las diversas ciencias y humanidades.
Un factor ausente muchas veces en diversas decisiones, es el componente
ético que se transforma en las urnas en el voto ético.
La ética alude al comportamiento de las personas y los valores que
asumimos en sociedad. Es, en consecuencia, una disciplina que estudia el
comportamiento del hombre como ser social. Lo que significa que en una etapa
electoral, el proceso de definición de voto, pasa por la reflexión de lo que
consideramos mejor para nosotros y para toda la comunidad o país.
El voto ético se asienta sobre un proceso de reflexión interna y
externa. Qué queremos como país, qué modelo de sociedad proponemos construir, qué
aspiramos como grupo y no solo como individuos. Este proceso de deliberación
ética es clave para votar con plena conciencia, analizando el contexto y
tomando con responsabilidad las consecuencias de nuestras acciones. En
resumen; pienso, luego voto. Seguiremos hablando sobre ello.