25 septiembre, 2016

Poderes que se respetan

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No hay un choque de poderes entre el Ejecutivo y Legislativo. Todavía. Lo que hay es un Congreso que busca imponer su juego de local frente a un Ejecutivo que por ahora no busca ni quiere confrontar. Uno propone, el otro dispone, digamos.

No hay por qué alarmarse. Es el natural reflejo del peso político que dejó la campaña electoral. Un poder fracturado, cada quien comandando o la Plaza de Armas o la Plaza Bolívar, pero con corredores que comunican o pretenden hacerlo uno y otro espacio. 

El reparto de la baraja del poder.

Esto genera el natural tira y afloje de la acción política. Un Ejecutivo que solicita facultades legislativas antes que vencer a su vecino, debe convencer, interceder... y, por qué no, ceder.

Contra lo que puede suponerse, esto es positivo, siempre que no se exagere en el uso de la fuerza de los votos. Ceder no solo por conceder, sino para recibir.

Un Legislativo duro en otorgar las facultades obliga al Ejecutivo a prepararse mejor. Esta alta calificación en la defensa técnica y política del pedido de facultades, obliga por su parte a los congresistas, a exigirse más frente al tercer espacio en el que se dirimen finalmente todos los esfuerzos políticos: la opinión pública.

El Legislativo es consciente del límite que tiene su rol fiscalizador, reglamentarista o procedimentalista, en el debate parlamentario. Pasarse de la raya puede hacerlos ver como obstruccionistas.

De manera que, en el fondo, los poderes del Estado vienen desplegando sus mejores esfuerzos y en medio de tires y aflojes, declaraciones altisonantes o reactivas, reclamando respeto o acusando la falta de él, Ejecutivo y Legislativo compiten entre sí por la aprobación de la opinión pública.

Los poderes del Estado están en pleno movimiento, activando la tensión y dinámica propias de su expresión y peso político específico, para llegar a ese punto de equilibrio y verdadero respeto que otorga el mecanismo constitucional de checks and balances (controles y contrapesos).

La reciente encuesta del poder de IPSOS refleja lo intrincado que ha resultado la madeja del poder: los primeros dos lugares lo encabezan los líderes del Ejecutivo y Legislativo, el Presidente Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori, respectivamente. Tercero en la línea del poder, se ubica el Presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala y cuarto, la Presidenta del Congreso Luz Salgado.

Esto indica que el poder no solo se parte y se reparte. También se respeta. El pulseo ha comenzado. Veremos hasta cuando se mantienen las buenas formas.

21 septiembre, 2016

UIF... ¡Uf!

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Hay un problema con el tema de la delegación de facultades para reformar la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). Pero no es su inconstitucionalidad.

Lo peor es un larvado movimiento de Jiu-Jitsu que podría estar gestando el otro lado del poder anclado en el Legislativo. Veamos.

La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) es un órgano técnico, de línea, dependiente de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS).

Se encarga de recibir, detectar, analizar, tratar, evaluar y transmitir información para la prevención y detección del lavado de activos y/o del financiamiento del  terrorismo.

Es una especie de radar de movimientos financieros y/o bancarios sospechosos. Detecta, informa, pero no investiga. Tampoco denuncia. Menos, persigue.

Elabora informes de inteligencia financiera y comunica al titular de la acción penal, el Ministerio Público, si encuentra algún patrón sospechoso de lavado de activos.

Puede igualmente informar a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) si descubre información que pueda atentar contra la seguridad  nacional.

No informa a los organismos electorales. Ni a los medios de comunicación. Que el juez autorice hacerlo tiene también un problema. El juez no puede actuar de oficio. Tiene que actuar en el marco de una investigación.

Pero la titularidad de la investigación es del Ministerio Público. No del juez. Ni de la UIF. 

La UIF no puede abrir una investigación. Tampoco puede solicitar al juez iniciar un proceso. Quien debe hacerlo es el fiscal.

El secreto bancario es un derecho constitucional. El juez, el Fiscal de la Nación o una Comisión Investigadora del Congreso, pueden, en efecto, quebrar este derecho, dentro de una investigación.

Pero decíamos que este no es el problema mayor. Lo más grave es que el Congreso aproveche este tema de la delegación de facultades para reformar el origen mismo de la UIF. Y le de vuelta al asunto.

No aprobar la delegación de facultades en este caso podría significar que el Congreso pretenda debatir in extenso las funciones y alcances de la UIF.

Aprovechando el peso de los votos, podría incluso decidir "elevar" la autonomía funcional de la UIF y terminar aprobando que el titular del organismo ya no sea designado por la SBS, sino "elegido democráticamente"... ¡por el propio Congreso!

Jiu-Jitsu político. El poder del número. Tal como se hizo con el Defensor del Pueblo y se pretende hacer con el jefe del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC), el Consejo Nacional de la Magistratura y el Tribunal Constitucional.


18 septiembre, 2016

Homo pragmaticus


El pragmatismo no es una corriente filosófica, pero sí una vía anchurosa del pensamiento. En política, obedece a tomar decisiones no en base a ideologías o doctrinas rígidas u ortodoxas, sino a criterios amplios, heterodoxos, no historicistas ni deterministas, sino más bien prácticos, funcionales.

El pragmático político analiza lo que funciona en un contexto y tiempo determinado. Toma decisiones en base a resultados, a lo que considera es mejor para conducir la nave al puerto deseado.

En lugar de analizar las ideas, los postulados o su raíz política y su grado de cercanía, convergencia o distanciamiento, el pragmático prefiere centrarse en el estudio concreto de las circunstancias.

No tiene rivales permanentes –tipo capitalistas versus comunistas o izquierdistas versus derechistas–. Sus diferencias son solo temporales, mientras dure la lucha política electoral, por ejemplo. 

Entendiendo esto,  no es raro que llegue a acuerdos con sus adversarios. El pragmático se pregunta primero qué necesita para gobernar, antes que a quién. Su palabra favorita es: Gobernabilidad.

Puede formar una coalición política sin firmar documento alguno, o sin que se note en el debate, si llega a la conclusión que necesita una mayoría para gobernar. Así, puede ceder organismos como la Defensoría del Pueblo, la Sunat o más, si considera que eso ayuda al bien mayor: llevar adelante su plan de gobierno.

Todo entra en el juego de las conversaciones políticas a la hora de formar un acuerdo o coalición. Aún cuando en la práctica nadie hable de acuerdos o coaliciones, bien sabemos que éstas pueden formarse por coincidencias o cercanías programáticas, o en base a la pragmática distribución de puestos públicos.

No es un toma y daca. O una repartija. No. Es pragmatismo duro y puro. El resultado simple y racional de una forma de pensar y actuar: no hay experiencia del pasado que valga. Toda experiencia es nueva, pertenece a un tiempo determinado y cambiará con seguridad en un futuro próximo.

El pragmático vive el momento. Es el Carpe Diem de la política. Vive de la acción y los resultados en tiempo presente. No del pasado y su visión determinista y/o pesimista.

Siendo el presente su fortaleza es al mismo tiempo su mayor debilidad. El homo pragmaticus absoluto puede incubar y desarrollar una cierta incapacidad para prever lo que ocurrirá en el largo plazo. De tanto mirar siempre el momento que vive, puede desarrollar una miopía que le impida ver a la distancia, en un futuro cercano, las consecuencias de sus acciones presentes. 



11 septiembre, 2016

La Tecno Sociedad

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Las nuevas tecnologías generan cambios no solo en el campo científico, sino en nuestra vida diaria. Muchas veces, estos cambios irrumpen en la sociedad sin regulación, generando un cierto caos por el choque de derechos.

Y es que el derecho camina a la zaga de la innovación. Y es natural que así sea. No se puede legislar lo que no existe.

Sucede ahora con la incursión de Uber, un negocio electrónico por Aplicación del servicio de taxi. Y ocurre también con Pokemón Go, el popular juego de Realidad Virtual Aumentada, cuya práctica se ha visto regulada por un alcalde distrital.

Para nuestro estándar de taxis informales, descuidados y hasta peligrosos, Uber es, en efecto, un mejor sistema de transporte privado de pasajeros. Su problema no es de precio, unidades o calidad de servicio. Su dificultad es que los vehículos que ofrecen este servicio no cuentan con la autorización municipal y demás requisitos que demanda la ley. Y eso se llama competencia desleal.

En el caso del juego de Pokémon Go, la Municipalidad de La Punta, en el Callao, reguló a través de una ordenanza los horarios y lugares específicos donde se puede activar este juego. Para quienes violen la ley, se establece una multa de  395 soles e incluso la retención del teléfono celular.

La pregunta es: ¿puede cualquier persona esgrimir su derecho al libre tránsito, perjudicando el derecho a la tranquilidad de los vecinos en su propiedad? No. No hay derecho absoluto. El derecho de uno termina cuando se vulnera el del otro. La autoridad debe regular este derecho pensando en el bienestar general. El decomiso del teléfono sí parece un exceso.

Las nuevas tecnologías, siempre que no estén orientadas a la guerra, son por lo general, para mejorar u optimizar la calidad de vida de la gente. Pero, como hemos visto en estos dos ejemplos recientes, sus implicancias en la vida diaria pueden traer dificultades impensadas.

En el mundo desarrollado se realizan intensos debates sobre el número de desempleo que generará la robotización o automatización completa de los procesos de producción en las grandes fábricas.

La tecnología a lo largo de la historia ha tenido un impacto positivo o negativo en nuestra sociedad, pero no se puede negar su proceso indetenible, ni su evolución inherente al desarrollo humano.

Estamos en la era del conocimiento. La microelectrónica, la biotecnología, la tecnología química, la investigación genética, la nanotecnología, la robótica, son parte de nuestras vidas y cambiarán nuestra forma de ver y entender el mundo. 

La realidad aumentada cambiará la industria del entretenimiento y ojalá también el de la cultura y nuestra forma de aprender. El cibersexo será la evolución tecnológica de la pornografía y al mismo tiempo, la expresión de nuestra más terrible orfandad y desintegración como seres sociales.

Ahora mismo, en Sillicon Valley, se prueba el primer vehículo conducido sin chofer, manejado completamente por una computadora. Su ingreso al mercado es solo cuestión de tiempo. Cuando eso ocurra, desaparecerán los taxistas, incluidos los ahora modernos de Uber. Entonces, habremos ingresado a un nuevo estado evolutivo: la tecno sociedad.




02 septiembre, 2016

El muro que nos separa


El muro es un monumento al miedo. Levantamos una barricada para defendernos o protegernos, aislarnos. Es una muralla a lo desconocido.

Los seres humanos lo han hecho todo el tiempo.

Las primeras culturas se asentaron y aislaron en las alturas, en las colinas, al borde de los precipicios, para evitar el asalto de comunidades enemigas.

Hicieron muros de piedra y torreones para vigilar y mantener ventaja estratégica a distancia.

Los chinos construyeron su muralla para defenderse de los hunos.

Los castillos medievales cavaron fosos y levantaron puentes levadizos para aislarse del pueblo.

Los nazis construyeron el muro de Berlín para dividir políticamente la nación germana.

En Israel existe un muro que divide a su pueblo de los palestinos.

Trump insiste en levantar un muro entre México y Estados Unidos.

En Las Casuarinas (Lima, Perú), existe un muro que separa a los vecinos pobres de San Juan de Miraflores.

En diversos distritos de Lima y del interior del país, se tapian ventanas, se cierran barrios con rejas, tranqueras, y se colocan alambradas de púas o eléctricas para defenderse de la delincuencia.

Cuando el miedo nos invade, elevamos muros de fierro, cemento o piedra.

Pero, Daron Acemoglu y James Robinson, demostraron hace tiempo que lo que separa  a los pueblos no es algo que podamos construir.

En "Por qué caen las Naciones", los profesores de MIT y Harvard demostraron que lo que divide a Sonora (Estados Unidos) de Sonora (México), no es el idioma, ni la geografía, ni la cultura, ni la religión, ni la música.

Ni un muro o alambrada. Ni siquiera una frontera o accidente geográfico.

Lo que divide y diferencia a los pueblos es la naturaleza de sus instituciones. El modelo político y el tipo de economía –inclusiva o extractiva– que desarrollan.

Nos divide el miedo y la estupidez.

Los muros físicos no impedirán que los pueblos busquen mejores oportunidades de vida.

Los muros de fierro y cemento caerán, como cayó el muro de Berlín, a combazo limpio.

Más difícil será derribar el muro mental que históricamente separa al hombre del hombre.