24 septiembre, 2017

Indulto: ¿ser o no ser?


La posibilidad de que el Presidente Pedro Pablo Kuczynski indulte a Alberto Fujimori apareció nuevamente esta semana, mientras el país recuperaba, relativamente, la calma política con la inauguración del gabinete Araóz.

Según unos, el Presidente estaría deshojando margaritas y calculando sus efectos políticos. Según otros, el Presidente ya habría decidido otorgar el indulto y solo estaría esperando el momento oportuno para darla a conocer.

El debate se centra no en la facultad del Presidente en otorgar el indulto —que la tiene—, sino en su conveniencia política, legal, moral y humanitaria.

Para empezar, el indulto es legal o no es indulto. Existe un procedimiento para activarlo que no puede saltarse. La potestad del presidente no está por encima de la ley. El indulto humanitario, si fuera el caso, está debidamente reglamentado y todo proceso de indulto debe sujetarse a él.

El indulto político no procede. Para ello el condenado tendría que ser un preso político. O sentenciado por sus ideas políticas. Y eso, que sepamos, en el Perú, no existe. Si por indulto político se entiende la facultad que tiene el jefe de Estado para concederlo —como un acto político—, entonces, es correcto. Es su potestad. No su libre albedrío.

El artículo 118 inciso 21 de la Constitución es claro: "Corresponde al Presidente de la República: conceder indultos y conmutar penas". Pero no es un derecho irrestricto, sin límite. No puede extender este derecho de gracia a condenados por delito de secuestro y extorsión, o a procesados por estos delitos.

Al procedimiento legal que implica conceder el indulto se agrega, además, un dilema ético para el presidente, quien debe decidir entre honrar su palabra (de campaña electoral) y negar el indulto o traicionarla y otorgar el indulto.

La única manera de resolver el entrampamiento moral es que la salud de Fujimori esté realmente en grave peligro. Ello debe estar sustentado por una junta médica independiente, altamente calificada e inobjetable profesionalmente.

La ley precisa que el indulto procedería solo en tres casos médicos posibles 1) Una enfermedad terminal, 2) Una enfermedad no terminal grave en etapa avanzada, progresiva, degenerativa e incurable, 3) Una enfermedad mental crónica, irreversible y degenerativa.

¿Se encuentra Fujimori en alguno de estos tres casos? Habrá que esperar el informe médico.  Para evitar meterse en honduras, el Presidente ha preferido decir desde el Vaticano que: "por el momento este es un tema médico, nada más. No es un tema legal ni judicial. Los indultos humanitarios solo pueden hacerse si la persona tiene un peligro de salud".

Solo en una circunstancia extrema como esa un jefe de Estado no podría negarse a conceder el indulto humanitario. Pero, sea cual sea la respuesta a la duda hamletiana, el presidente perderá uno de los lados de la ecuación. Y la crisis política se habrá desatado nuevamente.

17 septiembre, 2017

Gobierno de PPK: Bala de Plata


El desenlace de la crisis política registrada esta semana entre el ejecutivo y legislativo terminó con la recomposición parcial del gabinete y con una nueva presidenta del Consejo de Ministros, la carismática congresista Mercedes Aráoz.

El presidente confirmó una vez más que no es un político que busca pechar, sino, apechugar.

Las primeras declaraciones de la premier Aráoz y de sus nuevos ministros van en el mismo sentido: "Trabajo coordinado con el Congreso". "Comunicación con las fuerzas políticas". "Trabajo de los ministros en la cancha, con el pueblo".

¿Pero en realidad estamos nuevamente en el mejor de los mundos y todo ha vuelto a la normalidad?

No. Nada volverá a ser como antes.

Las formas y las buenas maneras probablemente se mantengan por un tiempo, pero, en el fondo, si el clima político vuelve a escalar, el ejecutivo tiene la manera de volver a poner las cosas en su sitio y moderar el nivel de beligerancia del Congreso.

Ahora el gobierno tiene una bala de plata, la capacidad de definir constitucionalmente el cierre del Congreso.

Disparar esa bala significa que el ejecutivo puede activar la cuestión de confianza sobre todo el gabinete, en caso el Congreso insista en censurar a sus ministros.

Por ahora el nombramiento de Mercedes Aráoz ha conseguido ese segundo aire que necesitaba con urgencia el gobierno. Abre una nueva oportunidad de diálogo con el fujimorismo en condiciones diferentes.

"El pueblo nos reclama menos enfrentamiento. Cooperemos y trabajemos juntos", ha dicho la presidenta del Consejo de Ministros en sus primeras declaraciones, con el arma bien guardada en la cartuchera.

Pero que nadie se equivoque. Existe una bala de plata en el tambor. Y Meche Aráoz es la única que ahora puede percutarla.


10 septiembre, 2017

Gobierno de PPK: Segundo aire

Los maratonistas conocen mejor que nadie el fenómeno.

A los principiantes les ocurre al comienzo de la carrera, pero a los expertos mejor entrenados puede pasarle en cualquier momento del esfuerzo.

Es una sensación de ahogo, de cansancio, de mente que quiere seguir corriendo, pero de piernas que no responden.

Salir de ese estado, normalizar el ritmo de carrera y aún superarlo, requiere de lo que los entrenadores llaman apropiadamente el Segundo Aire.

Es como si el corredor que ya tocó fondo, recibiera de pronto un balón extra de oxígeno. Su sangre fluye con intensidad por el organismo logrando que los músculos respondan a las órdenes del cerebro.

En política sucede algo parecido.

Gobernar no es una carrera de 100 metros, es una maratón. No es, por tanto, una carrera de velocidad, sino de resistencia. Aunque los opositores insistan en convertirla en una de obstáculos.

Cuando el gobierno en su conjunto da signos de agotamiento es cuando se requiere ese Segundo aliento.

La caída en la aprobación presidencial en agosto (DATUM, 22% y GFK, 19%), es una señal clara de cansancio político, que amerita de manera urgente una bocanada grande de aire fresco.

No hacerlo alarga peligrosamente ese momento de quiebre antes de pasar al Segundo aire, que se conoce también como Punto muerto.

El gabinete Zavala —el verdadero balón de oxígeno presidencial— debe salir del Punto muerto en que se encuentra y pasar a grandes trancos al Segundo aire que necesita el gobierno.

Si es con Fernando Zavala o sin él, es otra cosa.

Lo que se requiere es un cambio de la política y su forma de ejecutarla y comunicarla ante la opinión pública.

Lo que no puede hacer el gobierno es mantener las cosas como hasta ahora. Hacerse el muertito no lo mueve del Punto muerto.

Los maratonistas saben que llegado a este punto solo tienen dos opciones. O mente domina al cuerpo y refuerzan la máquina —toman un Segundo aire y siguen—, o simplemente, tiran la toalla.

Si el gobierno quiere salir del Punto muerto requiere realizar acciones políticas con mayor intensidad, mejor comunicadas y sostenidas en el tiempo.

¿Puede un atleta sin aliento y cansado encontrar repentinamente la fuerza para seguir adelante y continuar su carrera hasta llegar a la meta?

Por supuesto. Es lo que hacen los fondistas. Y los políticos, cuando actúan como tales.


03 septiembre, 2017

Juego de Tronos, el final


Games of Thrones terminó su séptima temporada y está a solo dos series en TV y dos libros de llegar al final de la historia. ¿En qué terminará? ¿Cuál será su moraleja?

Nada se sabe por boca de su autor, George R. R. Martin, solo que este será "agridulce", como el final de El señor de los anillos.

Sin entrar en spoilers, hipótesis o teorías sobre el devenir de la trama, pensemos un poco el colofón que puede quedar de la exitosa saga de guerreros, reinos, dragones y muertos vivientes.

Games of Thrones es una historia épica de la lucha por el poder. Siete reinos que viven en una etapa con características históricas propias de la Edad Media.

Las instituciones existentes son la Monarquía, el Ejército, la Iglesia. Existe un Banco poderoso, financiador de guerras, hay moneda y el oro es la divisa más preciada.

El ejército consume buena parte de los ingresos del gobierno. No hay obra pública importante, excepto algunos puentes, castillos e iglesias construidos como enclaves más que como obras en beneficio de la población.

El sistema económico y el poder político está ligado a la tierra. Las casas reales son propietarios no solo de la tierra, sino de sus frutos y de los vasallos que la trabajan y viven dentro de su territorio.
 
Gobernar es expandir el territorio y cobrar impuestos.

Armar los ejércitos, innovar el armamento y hacer la guerra para invadir otros reinos colocando piezas leales en los nuevos territorios, es la práctica usual para asegurar y ampliar el poder.

No hay industria aún. Pero el desarrollo de armas de ataque y defensa, incluyendo bombas y químicos de alto poder destructivo, es lo más avanzado en desarrollo industrial.

En el plano social hay esclavitud, miseria y hambre en la población. El trabajo en las ciudades permite oficios como armeros, panaderos, cocineros, taberneros, o comerciantes en general. Las mujeres son cortesanas o campesinas, subordinadas al hombre y sin derecho a ir a la escuela ni aprender a leer. Excepto Arya que rompe con el molde tradicional.
 
La burocracia de gobierno está perfectamente delineada. El rey tiene consejeros políticos y militares y un consejo asesor que lo ayuda a gobernar. Como todo aparato de poder en su interior juegan las estrategias, las políticas de alianzas, la intriga, las lealtades, las delaciones y las traiciones.

La política está en pleno desarrollo y se ejerce principalmente mediante el dominio de la fuerza, las alianzas y las guerras libradas por ejércitos poderosos.

Los Lannister y Los Targaryen proponen un tipo de monarquía armada, ambos por la fuerza, con un matiz de diferencia. Cersei controla el poder por miedo, Daenerys propone hacerlo por amor.

Jon Snow no tiene apetito de poder. Fue ungido Rey del norte por las circunstancias. Es él héroe perfecto (si cabe el término). Noble, valiente, justo y marginado. Muere por traición y resucita para cumplir su misión en el mundo: derrotar a los muertos vivientes y devolver la paz a los Siete Reinos.

Los Caminantes de la noche o el Ejército de los muertos vivientes son el resultado de la lucha eterna que tiene el hombre entre el bien y el mal. Cuando triunfa el mal, creamos monstruos. Seres del averno que terminan con nosotros mismos.

En el final de la sétima temporada, hemos visto como ni siquiera ante un escenario tan aterrador de los muertos vivientes ingresando a los Siete Reinos, la mezquindad humana desaparece.

Cersei traiciona a Jon y Daenerys, pacta con Euron de la Isla de Hierro, y propone esperar el desenlace de la Gran Batalla y quedarse con los que sobrevivan.

¿En qué quedará, al final, Juego de Tronos? Será la resolución de la lucha entre el bien y el mal. 

El ejército de los caminantes será derrotado. Cersei será derrotada. A un costo muy alto. Las cabezas de Daenerys y Jon quedarán servidas. Pero su muerte debe dejar una enseñanza. Y esta, creo yo, será el final de la serie.

El final feliz sería que Jon gobierne los Siete Reinos con justicia, rectitud y magnanimidad y transforme el poder político de la Monarquía a la República. Pero eso no va a pasar.

El final agridulce es que muera Jon o Daenerys. O ambos. Si Daenerys sobrevive tendría que inspirarse en John y evolucionar a una Monarquía Constitucional.

Pero, el final que me gusta más es que John muera en batalla y Daenerys quede embarazada y muera dando a luz un hijo varón al que alcanza a ponerle Aegon, como en verdad se llama su padre.

El invierno pasa, el Trono de Hierro finalmente es fundido y el hijo de Jon y Daenerys gobierna una nueva etapa del hombre, con justicia, rectitud y auténtica libertad. Nace la República.