La respuesta de Franklin D. Roosevelt a la peor crisis económica y social que vivió su país en 1929-30 fue en varios frentes. Para empezar intervino directamente en la economía. Imprimió 2 mil millones de dólares y los repartió entre los bancos que sobrevivieron. Una decisión osada y heterodoxa. Keynes puro.
En 1933, Roosevelt utilizó la radio para dirigirse al pueblo norteamericano y pedirles que venzan el miedo, recuperen la confianza y vuelvan a depositar su dinero en los bancos, ahora solventes. Funcionó.
Aquí también nació lo que después sería una práctica común de asesores y marketeros políticos y presidentes de turno: marcar los primeros cien días de gestión con acciones y decisiones presidenciales intrépidas.
Roosevelt creó el bono de desempleo, y a la vez intervino en el transporte, el agro, la industria. Esta fue la primera etapa del New Deal, entre 1933 y 34, que se diferencia de la segunda etapa entre 1935 y 38. La primera más económica y la segunda de profundo contenido social.
La administración central de gobierno subvencionó el campo, aumentó los precios agrícolas para favorecer los ingresos rurales, y ayudó a escoger las tierras más productivas. Creó el Cuerpo Civil de Conservacionistas para dar empleo a más de 3 millones de jóvenes que pasaron a mejorar cauces de río, ganar terrenos agrícolas y reforestar los bosques.
Realizó abundante obra pública para ocupar a los desempleados de las ciudades. Creó presas, plantas hidroeléctricas, impuso una jornada mínima laboral, aumentó el salario y le dio el derecho a los obreros a sindicalizarse y negociar pliegos de reclamos. Unió el interés de los industriales con los de la Nación.
Los republicanos y liberales se rebelaron contra estas medidas del New Deal. Para los conservadores que el Estado intervenga en la economía era una herejía. Pero Roosevelt no financió su cuantioso presupuesto incrementando la brecha fiscal, sino aumentando la recaudación tributaria; lo que dolió más en el bolsillo.
El Golden Gate es parte del New Deal. Empezó en 1933 y terminó en 1936. En el medio, 1935, apareció la seguridad social. Sin embargo, dos años más tarde, Roosevelt cambió de curso. Redujo los gastos federales. Se alejó de Keynes y se reinició la recesión de Roosevelt. Surgieron huelgas y protestas, lo que lo obligó a usar la fuerza pública y también a aumentar los gastos del gobierno.
Es verdad que el New Deal no creó pleno empleo. Éste surgió más bien cuando el país pasó a operar en estado de guerra. Pero nadie duda que las poíticas sacó al país de una de las más largas y sombrías noches que haya pasado el pueblo norteamericano.
El New Deal fue uno de los mayores cambios en la conducción de un Estado. No solo se trató de una reforma económica, sino, sobre todo, de una forma de manejo político, un nuevo estilo de ejercer el liderazgo, usando los medios de comunicación de masas para sacar a la pobación del miedo, recuperar la confianza y encaminarla hacia el equilibrio económico y social perdido.