El tablero político latinoamericano está movido.
A la crisis hondureña por el poder -no resuelta hasta el momento-, se suma la instalación en Colombia de siete bases militares norteamericanas para luchar contra el narcotráfico y el terrorismo.
Estos hechos aislados y diferentes en su naturaleza están interrelacionados con un debate mayor que atraviesa la región de punta a punta: la pugna entre dos modelos económicos que han hecho de esta región un escenario de confrontación.
En el caso de Honduras hoy es más claro que el presidente Zelaya fue depuesto para evitar el avance del modelo chavista de perpetuación en el poder.
Quizás por eso, Estados Unidos no se ha mostrado tan entusiasta a la hora de defender al presidente democráticamente elegido en Honduras.
Y quizás también por eso la Organización de Estados Americanos no ha podido hacer más que auspiciar un mecanismo de mediación, el del presidente de Costa Rica, Oscar Arias.
La respuesta de Micheletti ha sido su permanencia en el poder y la de Zelaya recuperar su gobierno por la fuerza reclamando, en todos los tonos, la intervención directa de los Estados Unidos.
El gobierno de Obama ha permanecido más bien quieto. En donde sí ha mostrado más interés –para desesperación de Chávez que empieza a ver cómo se difumina el Obama cercano a América Latina de Trinidad y Tobago- es en el caso colombiano.
A las bases militares de Larandia (Caquetá) y Tolemaida (Cundinamarca) que Estados Unidos ya controlaba hace diez años, gracias al Plan Colombia, se suman las bases de Malambo (Atlántico), Apiay (Villavicencio) y Palanquero (Cundinamarca), así como Bahía Málaga (Valle) y Cartagena.
Estados Unidos tendrá libertad de aterrizaje en estos siete puntos y más si fuera necesario, pero no podrá aumentar el número de tropas.
Para buscar la comprensión del vecindario, el presidente Uribe se encuentra en una gira relámpago por Sudamérica, pero la opinión del barrio está dividida. Venezuela, Bolivia y Brasil rechazan la medida. Perú la apoya, mientras Chile se mantiene neutral. Argentina no ha dicho nada públicamente.
El presidente Hugo Chávez ve en la decisión colombiana el origen de una futura guerra en la región. "Estas bases podrían ser el inicio de una guerra en Sudamérica. Se trata de los yanquis, la nación más agresora de la historia de la humanidad", acaba de decir en el Palacio de Miraflores.
Para pasar de la palabra a la acción Chávez ha congelado las relaciones diplomáticas con Colombia y ha anunciado el corte comercial entre ambos países.
Si consideramos el rompimiento de relaciones entre Ecuador y Colombia hace más de un año y las constantes provocaciones del Presidente boliviano Evo Morales con el Perú colocando nuestras relaciones en permanente incertidumbre, tenemos un escenario vulnerable por donde se lo mire.
Para añadir más condimento al caldo, el líder cubano, Fidel Castro acaba de escribir un artículo en “Cubadebate” en el que defiende el derecho de Venezuela a armarse ante la instalación de bases militares norteamericanas en Colombia.
Los países sudamericanos tienen previsto reunirse este 10 de agosto en Quito alrededor de la UNASUR. Uno de los puntos de agenda será, sin duda, la decisión de Colombia. Ocasión en que el tablero regional se moverá para uno y otro lado. Veremos si el chavismo logra imponer un grito que no se escuchaba hace mucho tiempo: Yanquis, Go Home!
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