El Perú crece económicamente, pero no socialmente. Seguimos siendo una economía primaria exportadora que depende del precio internacional de los minerales. Para pasar a una economía de mayor valor agregado, desarrollada, es necesario impulsar lo que Alejandro Toledo ha llamado “La Revolución Educativa”.
La Revolución Educativa es un conjunto de acciones y metas propuestas en todos los niveles de la formación académica para los próximos quince años. No es sólo una propuesta electoral. Es una visión de lo que tenemos que hacer en el ámbito educativo para formar recursos humanos adecuados al nuevo desarrollo económico que planteamos.
Este compromiso de gobierno involucra universalizar la educación inicial para que los niños de cero a cinco años desarrollen y potencien sus habilidades intelectuales, manuales y sociales en los primeros años de vida. En esta línea, los Wawa Wasi dejarán de ser cunas o guarderías infantiles para transformarse en centros de estimulación temprana.
En el ámbito rural será necesario construir albergues para profesores y alumnos con la finalidad de que los niños del campo tengan más horas de estudio. Debemos estimular y premiar el esfuerzo de aquellos profesores que deciden ir a trabajar y enseñar en las comunidades alejadas de las urbes.
Invertiremos el 20 por ciento del Presupuesto General de la República en el sector Educación para poder tener recursos y ampliar la cobertura que ofrece la Educación Técnica. La Educación debe adecuarse a la demanda de la sociedad y formar técnicos y profesionales que el mercado demanda.
En cuanto a la Educación Universitaria, el programa contempla becas y estímulos para los miles de estudiantes que año a año egresan de las universidades públicas y privadas.
En este punto, he desarrollado una propuesta que pienso desarrollar de llegar al Congreso.
Propongo la creación del Servicio Civil de Graduandos para todas las carreras profesionales, un sistema mediante el cual los bachilleres tienen la oportunidad de aplicar sus conocimientos a las comunidades más necesitadas del país.
El sistema funciona en otros países y consiste en enviar a estudiantes de diversas profesiones a trabajar en su especialidad en las zonas rurales y urbano-marginales del país.
Esto generará un shock de profesionales trabajando directamente donde más hace falta, orientando a la población y ayudándola a resolver sus principales problemas.
¿Se imaginan lo que podrían hacer bachilleres en Arquitectura y Urbanismo, Ingeniería Civil, entre otras, trabajando en los Asentamientos Humanos de Lima? Se ahorraría dinero a los pobres que autoconstruyen sin seguir especificaciones técnicas, y se mejoraría la calidad de las construcciones, así como se mejoraría el entorno urbano.
¿Y si enviamos abogados para que asesoren a esas mismas personas a comprar una propiedad, alquilar un bien inmueble o abrir un negocio? Tendríamos abogados que orientarían a los que menos tienen en la solución de sus consultas jurídicas.
¿Qué pasaría en la Isla de Taquile si llegan a trabajar con los pobladores de esta zona un equipo de ingenieros zootecnistas, agrícolas, industriales, un chef de cocina internacional y un especialista en Hotelería y Turismo?
El impacto sería doble. Por un lado, los profesionales conocerían su terruño y su gente, y tendrían la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos en las aulas; por el otro, la gente pobre aprovecharía los conocimientos de los que han tenido el privilegio de estudiar y mejorarían su calidad de vida. Una verdadera revolución educativa.
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1 comentario:
Suerte, Luis Alberto y no dejes de considerar y mencionar el indispensable papel de las Humanidades para alcanzar el verdadero Desarrollo.
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