El 8 de agosto, una semana después que Ecuador publicara su Carta Náutica IOA 42, con la delimitación marítima de su frontera sur con el Perú, señalamos que el paso siguiente era depositar dicho instrumento en las Naciones Unidas y esperar a que el Perú lo ratificara en todo o en parte. Ocurrió algo mejor: Los representantes del Perú y Ecuador ante las Naciones Unidas, los embajadores Gonzalo Gutiérrez y Diego Morejón, respectivamente, acudieron juntos a la sede de la ONU a registrar el instrumento.
Es decir, Perú y Ecuador convinieron en establecer de manera definitiva sus límites fronterizos marítimos. ¿Por qué es tan importante este acto? ¿Qué tiene de especial hacerlo en estos momentos?
El acto soberano y pacífico establecido por ambos países está revestido de una argumentación lógica muy fuerte cuyo razonamiento repercutirá en los magistrados de la Corte Internacional de La Haya, donde el Perú dirime una controversia jurídica que mantiene con Chile precisamente por límites marítimos fronterizos.
Si tres países (Perú, Ecuador y Chile) firman acuerdos internacionales tripartitos en 1952 y 1954 que según sostiene uno de ellos (Chile) son acuerdos de límites marítimos claros y contundentes ¿Por qué dos de ellos (Perú y Ecuador) deciden hoy establecer sus límites marítimos y comunicarlo al mundo a través de las Naciones Unidas? La respuesta es sencilla: porque los acuerdos firmados el 52 y 54 no eran de límites, sino de otra naturaleza; pesqueros para ser más precisos. Contrario sensu, si los acuerdos del cincuenta eran de límites ¿por qué carecen de coordenadas geográficas referenciales como sí las tiene el documento depositado por Perú Y Ecuador en la ONU?
En Chile podrán decir que el instrumento depositado por Ecuador y Perú ratifica el criterio del paralelo como referencia para establecer el límite marítimo entre dos países. Pero, la verdad, es que eso nunca estuvo en discusión entre Perú y Ecuador. El paralelo es el criterio para aquellos países que tienen islas, característica geográfica que sólo existe en el norte del Perú o al sur de Ecuador. Estos dos países nunca tuvieron “un tratado de límites marítimos fronterizos, pero sí un criterio homogéneo que no admite dudas”.
Como dice el canciller García Belaúnde: “Yo creo que (el acuerdo con Ecuador) es, quizás, la prueba más contundente de la razón de nuestra posición, nuestra posición ha sido que los acuerdos de 1952 y 1954 son acuerdos de tipo pesquero, lo que no delimita y si estos acuerdos son firmados por tres países -Perú, Ecuador y Chile- y dos de ellos, Perú y Ecuador, firman un acuerdo de límites marítimos es obvio que los acuerdos del 52 y 54 no son instrumentos de limitación por más que le quieran dar otras interpretaciones”.
En suma, Ecuador ha manejado con inteligencia su juego. Ha logrado delimitar su frontera marítima de común acuerdo con el Perú, substituyendo los acuerdos del 52 y 54 por un nuevo instrumento, su Carta Náutica, con puntos geográficos precisos expresados en grados, minutos y segundos; cosa que evidentemente no existe en los tratados tripartitos del cincuenta. Perú ha aprovechado esto para dinamitar la lógica de Chile de considerar como tratados de límite a lo que en realidad son acuerdos pesqueros. Y ahora esperamos que la Corte Internacional de La Haya llegue al mismo razonamiento. No existe límite fronterizo marítimo entre Perú Ye Ecuador, por lo que es necesario acordar un criterio que, en sentido de justicia y equidad, permita trazar una línea divisoria equidistante entre ambos países. Y el paralelo no es ni equidistante, ni justo, ni se aplica por la inexistencia de islas en el sur del Perú y Norte de Chile. Touché.
28 junio, 2011
24 junio, 2011
Conflictos sociales y desborde de la autoridad
El conflicto social es parte de la vida en sociedad. No hay sociedad inmune al conflicto social. El problema es que en su etapa inicial, larvaria, por lo general, no ocupa la atención de los gobernantes, ni de los medios de comunicación. Pasa desapercibido. Es invisible.
Sólo en su última etapa -el estallido social, la marcha de sacrificio, el paro indefinido, la asonada violenta-, el conflicto social, logra captar la atención de los decision makers y de los mass media. El conflicto social se presenta entonces como un desborde al poder constituido, un desconocimiento a las instancias sub-nacionales del poder que amenaza el statu quo, un movimiento violento al margen de la ley.
En ese punto, el Estado se defiende y no le queda más remedio que imponer el orden apelando a la fuerza púbica; con el costo en vidas humanas que esto conlleva. Bagua, Puno, Huancavelica, son sólo algunos ejemplos. La pregunta es por qué esperamos que los conflictos sociales lleguen a esta última etapa. ¿Qué está fallando en las estructuras del Estado que es incapaz de atender las demandas sociales en su nivel de gestación?
Tenemos un organismo como la Defensoría del Pueblo que cumple una excelente labor de monitoreo de los conflictos sociales: 224 en estos momentos, 142 activos y 85 en estado latente. Existe igualmente una oficina de conflictos sociales en la PCM que hace lo que puede destapando la olla de presión social, pero no existe coordinación entre ambos entes. No existen tampoco canales de coordinación entre el Legislativo y estas unidades de monitoreo de conflicto social.
Lo más sano es encarar las diferencias sociales antes que degeneren en conflictos irreductibles con posiciones polarizantes, extremistas e ideologizadas. Esto significa crear espacios de diálogo desde el gobierno local y regional para discutir y consensuar planes de desarrollo. Hoy no existen esos espacios para que los actores se pronuncien. No hay canales ni mecanismos que intermedien las demandas cuando están apareciendo. Ni a nivel del Congreso, ni a nivel del Ejecutivo.
Esta es una tarea inmensa que deberá encara el próximo gobierno. La minería y su desarrollo es uno de los aspectos que los actores sociales tienen que evaluar. Pero no es la única. Vista de esta manera, encarar el tema de los conflictos sociales puede ser también una oportunidad para replantear las cosas.
Lo que debe evitarse es que los conflictos busquen –como lo hacen en su última etapa–llevar a la mesa de negociaciones a la cabeza del Ejecutivo, porque eso debilitaría al jefe del Estado. Transformar los conflictos en proceso de desarrollo concertado, debiera ser la orientación. Se debe trabajar en la etapa de gestación de la crisis. En el periodo de pre-crisis. No cuando el problema se ha desbordado por calles y plazas.
Sólo en su última etapa -el estallido social, la marcha de sacrificio, el paro indefinido, la asonada violenta-, el conflicto social, logra captar la atención de los decision makers y de los mass media. El conflicto social se presenta entonces como un desborde al poder constituido, un desconocimiento a las instancias sub-nacionales del poder que amenaza el statu quo, un movimiento violento al margen de la ley.
En ese punto, el Estado se defiende y no le queda más remedio que imponer el orden apelando a la fuerza púbica; con el costo en vidas humanas que esto conlleva. Bagua, Puno, Huancavelica, son sólo algunos ejemplos. La pregunta es por qué esperamos que los conflictos sociales lleguen a esta última etapa. ¿Qué está fallando en las estructuras del Estado que es incapaz de atender las demandas sociales en su nivel de gestación?
Tenemos un organismo como la Defensoría del Pueblo que cumple una excelente labor de monitoreo de los conflictos sociales: 224 en estos momentos, 142 activos y 85 en estado latente. Existe igualmente una oficina de conflictos sociales en la PCM que hace lo que puede destapando la olla de presión social, pero no existe coordinación entre ambos entes. No existen tampoco canales de coordinación entre el Legislativo y estas unidades de monitoreo de conflicto social.
Lo más sano es encarar las diferencias sociales antes que degeneren en conflictos irreductibles con posiciones polarizantes, extremistas e ideologizadas. Esto significa crear espacios de diálogo desde el gobierno local y regional para discutir y consensuar planes de desarrollo. Hoy no existen esos espacios para que los actores se pronuncien. No hay canales ni mecanismos que intermedien las demandas cuando están apareciendo. Ni a nivel del Congreso, ni a nivel del Ejecutivo.
Esta es una tarea inmensa que deberá encara el próximo gobierno. La minería y su desarrollo es uno de los aspectos que los actores sociales tienen que evaluar. Pero no es la única. Vista de esta manera, encarar el tema de los conflictos sociales puede ser también una oportunidad para replantear las cosas.
Lo que debe evitarse es que los conflictos busquen –como lo hacen en su última etapa–llevar a la mesa de negociaciones a la cabeza del Ejecutivo, porque eso debilitaría al jefe del Estado. Transformar los conflictos en proceso de desarrollo concertado, debiera ser la orientación. Se debe trabajar en la etapa de gestación de la crisis. En el periodo de pre-crisis. No cuando el problema se ha desbordado por calles y plazas.
14 junio, 2011
¿Cogobierno o Apoyo al Gobierno?
Se ha abierto un debate en torno a si las conversaciones entre Perú Posible y Gana Perú son un Cogobierno –a secas– o parte de lo que en foros internacionales se viene discutiendo acerca de la gobernabilidad y la gobernanza democrática.
La gobernabilidad está relacionada con un conjunto de acciones y decisiones principalmente de los actores políticos en pro de la estabilidad institucional necesaria para que un gobierno se desarrolle. Es el marco de reglas de juego necesario para ordenar la acción de gobierno.
La gobernanza es una visión conjunta de desarrollo que involucra la acción pública, pero también la acción privada y social en conjunto. Es un enfoque de desarrollo equilibrado y sostenible en el tiempo.
El cogobierno es simplemente la responsabilidad conjunta entre dos o más actores políticos para compartir el poder.
Hecha la aclaración, el espíritu de la relación que se viene formando entre Perú Posible y Gana Perú no es el de Cogobierno, como reclaman los críticos de dentro y de fuera de Perú Posible y como espolonean los enemigos que aún se resisten a Gana Perú. Es un apoyo a la gobernabilidad del país, respondiendo al llamado del presidente electo a la concertación y reconciliación nacional, que coincide con el sentir mayoritario de las bases y dirigencias de ambas agrupaciones.
Esta comunidad de intereses no se parece en nada a la coalición parlamentaria APRA-UNO (1963), o a la experiencia de corresponsabilidad en la tarea de gobernar entre AP-PPC en el segundo período de Fernando Belaúnde (1980-1985), o la del propio Alejandro Toledo con la alianza Perú Posible-FIM (2001-2006).
Perú Posible ha decidido continuar el apoyo que ofreció a Ollanta Humala en la definición de la segunda vuelta, manteniendo su independencia política en el Congreso y sin que esto signifique una repartija de puestos en el Ejecutivo. No estamos aquí ante una figura de Cogobierno entendida como distribución de puestos públicos a cambio de un” toma que te doy” en el Congreso.
Como lo ha subrayado Alejandro Toledo, el apoyo al Gobierno es en pro de la Gobernabilidad, para impulsar la gobernanza –tarea de todos– y continuar el crecimiento económico, contribuir con la estabilidad institucional y política y, por supuesto, avanzar en mejoras sustantivas en la redistribución social. Ello, en un marco del respeto al Estado de derecho, los derechos humanos y la libertad de expresión.
Perú Posible asume plenamente el mandato de las urnas. Esto es, ejercer una representación parlamentaria serena y reflexiva que actúe como fiel de la balanza en toda iniciativa que signifique crecimiento económico con inclusión social, respeto a la inversión nacional e internacional, defensa de las libertades democráticas y lucha contra la corrupción. Una sola condición es necesaria para este último objetivo: mantener unidad y disciplina.
La gobernabilidad está relacionada con un conjunto de acciones y decisiones principalmente de los actores políticos en pro de la estabilidad institucional necesaria para que un gobierno se desarrolle. Es el marco de reglas de juego necesario para ordenar la acción de gobierno.
La gobernanza es una visión conjunta de desarrollo que involucra la acción pública, pero también la acción privada y social en conjunto. Es un enfoque de desarrollo equilibrado y sostenible en el tiempo.
El cogobierno es simplemente la responsabilidad conjunta entre dos o más actores políticos para compartir el poder.
Hecha la aclaración, el espíritu de la relación que se viene formando entre Perú Posible y Gana Perú no es el de Cogobierno, como reclaman los críticos de dentro y de fuera de Perú Posible y como espolonean los enemigos que aún se resisten a Gana Perú. Es un apoyo a la gobernabilidad del país, respondiendo al llamado del presidente electo a la concertación y reconciliación nacional, que coincide con el sentir mayoritario de las bases y dirigencias de ambas agrupaciones.
Esta comunidad de intereses no se parece en nada a la coalición parlamentaria APRA-UNO (1963), o a la experiencia de corresponsabilidad en la tarea de gobernar entre AP-PPC en el segundo período de Fernando Belaúnde (1980-1985), o la del propio Alejandro Toledo con la alianza Perú Posible-FIM (2001-2006).
Perú Posible ha decidido continuar el apoyo que ofreció a Ollanta Humala en la definición de la segunda vuelta, manteniendo su independencia política en el Congreso y sin que esto signifique una repartija de puestos en el Ejecutivo. No estamos aquí ante una figura de Cogobierno entendida como distribución de puestos públicos a cambio de un” toma que te doy” en el Congreso.
Como lo ha subrayado Alejandro Toledo, el apoyo al Gobierno es en pro de la Gobernabilidad, para impulsar la gobernanza –tarea de todos– y continuar el crecimiento económico, contribuir con la estabilidad institucional y política y, por supuesto, avanzar en mejoras sustantivas en la redistribución social. Ello, en un marco del respeto al Estado de derecho, los derechos humanos y la libertad de expresión.
Perú Posible asume plenamente el mandato de las urnas. Esto es, ejercer una representación parlamentaria serena y reflexiva que actúe como fiel de la balanza en toda iniciativa que signifique crecimiento económico con inclusión social, respeto a la inversión nacional e internacional, defensa de las libertades democráticas y lucha contra la corrupción. Una sola condición es necesaria para este último objetivo: mantener unidad y disciplina.
Etiquetas:
Gana Peru,
Gobierno,
Peru Posible,
Politica
12 junio, 2011
El cambio y señal de alerta a la vista
El electo presidente es consciente de que no gozará de la “luna de miel”, ese espacio de paz social que por lo general tienen los gobiernos al empezar, en el cual las fuerzas sociales, económicas y políticas colocan su nivel de presión en neutro. Pero tampoco tendrá ese inminente escenario de confrontación que se vislumbraba en las primeras 48 horas de haber ganado las elecciones, cuando los perdedores le exigían desde todos los frentes que diera a conocer a su equipo de gobierno.
Los empresarios han sido los primeros en dar señales de cambio. Fueron a visitar a Ollanta Humala a su cuartel de Los Delfines y minutos más tarde posaron sonrientes para las cámaras y salieron casi convertidos a la economía nacional de mercado. Hasta defendieron la idea del presidente de la formación de una empresa de aviación comercial con capitales mixtos público y privados.
La bolsa se recuperó igualmente del susto y casi de inmediato cesaron las exigencias al electo presidente para que dé a conocer su gabinete. Los medios de comunicación empezaron también a recoger su artillería pesada y esta semana han enviado tímidamente a sus respectivas palomas mensajeras en busca de la ansiada rama de olivo que les indique que la tormenta ya cesó. Columnas de opinión, editoriales y entrevistas han ido en esa dirección.
Humala ha demostrado que maneja sus propios tiempos, no cede a las presiones y que reacciona con rapidez a las exigencias del momento. La gira por seis países de Latinoamérica lo demuestra. Además de mejorar las relaciones con los países visitados, el periplo le permite tomarse un respiro en el escenario nacional. Sus declaraciones iniciales indican igualmente que se maneja con sobriedad y puntualidad en el escenario internacional. Moderado y controlado. Nada que ver con el personaje de la primera vuelta.
La única señal de alerta en el tablero de mando del presidente electo es Venezuela. Está por verse la manera en que Humala sorteará el ímpetu del Presidente Chávez que buscará presentarlo como parte de su proyecto latinoamericano, y el temple que necesitará para reafirmar –de una vez por todas– su independencia ideológica. Si Humala se libera del abrazo del oso venezolano y se diferencia claramente del proyecto chavista, el presidente electo regresará robustecido de la gira. Si no lo hace, es posible que los fantasmas de la confrontación ideológica regresen.
Los empresarios han sido los primeros en dar señales de cambio. Fueron a visitar a Ollanta Humala a su cuartel de Los Delfines y minutos más tarde posaron sonrientes para las cámaras y salieron casi convertidos a la economía nacional de mercado. Hasta defendieron la idea del presidente de la formación de una empresa de aviación comercial con capitales mixtos público y privados.
La bolsa se recuperó igualmente del susto y casi de inmediato cesaron las exigencias al electo presidente para que dé a conocer su gabinete. Los medios de comunicación empezaron también a recoger su artillería pesada y esta semana han enviado tímidamente a sus respectivas palomas mensajeras en busca de la ansiada rama de olivo que les indique que la tormenta ya cesó. Columnas de opinión, editoriales y entrevistas han ido en esa dirección.
Humala ha demostrado que maneja sus propios tiempos, no cede a las presiones y que reacciona con rapidez a las exigencias del momento. La gira por seis países de Latinoamérica lo demuestra. Además de mejorar las relaciones con los países visitados, el periplo le permite tomarse un respiro en el escenario nacional. Sus declaraciones iniciales indican igualmente que se maneja con sobriedad y puntualidad en el escenario internacional. Moderado y controlado. Nada que ver con el personaje de la primera vuelta.
La única señal de alerta en el tablero de mando del presidente electo es Venezuela. Está por verse la manera en que Humala sorteará el ímpetu del Presidente Chávez que buscará presentarlo como parte de su proyecto latinoamericano, y el temple que necesitará para reafirmar –de una vez por todas– su independencia ideológica. Si Humala se libera del abrazo del oso venezolano y se diferencia claramente del proyecto chavista, el presidente electo regresará robustecido de la gira. Si no lo hace, es posible que los fantasmas de la confrontación ideológica regresen.
07 junio, 2011
La variable internacional
¿Hubiera caído la Bolsa de Valores de haber triunfado Keiko Fujimori? Probablemente no, porque ella representaba la continuidad del modelo y gozaba de la confianza ciega de los agentes económicos.
Humala era y es percibido como el cuco heterodoxo, pese a que –en varios idiomas y planes– ha negado cambios traumáticos en la economía.
Lo concreto es que el presidente electo inicia su gobierno con un límite o déficit de confianza.
Las billeteras más abultadas y sus corifeos mediáticos le exigen, en una presión sin precedentes, que dé a conocer cuánto antes al premier, ministro de Economía y presidente del Banco Central de Reserva.
No sólo para calmar sus nervios, sino principalmente para no perder la costumbre de poner en esos puestos a representantes o amigos suyos.
No está mal la salida “a lo Lula”, en el sentido de nombrar a un banquero en el BCR. Eso ayudaría a recuperar el nivel de confianza interna.
Pero, mientras piensa y baraja nombres para estos puestos clave, Ollanta Humala podría hacer una acción intrépida y atacar el problema de confianza de raíz; no en el plano nacional, sino afuera.
El presidente electo debiera, antes de asumir funciones, realizar un viaje relámpago a los principales centros financieros, políticos y empresariales del mundo y poner en su agenda internacional: Chile, Brasil, Washington, Nueva York, Madrid y Bruselas.
La idea es agarrar al toro por las astas y tomar contacto con los principales líderes políticos, agentes económicos, líderes de opinión, y grupos de empresarios e inversionistas, a quienes se los calma explicándoles con seriedad los principales ejes de la política económica planteados en la Hoja de Ruta.
Para ello debe colocar en blanco y negro sus ideas centrales, encontrar a alguien que le abra las puertas afuera y comprometer a sus interlocutores a seguir invirtiendo en el Perú. Si lo logra, a su regreso, encontrará no sólo unas aguas económicas más calmadas, sino el ambiente propicio como para dedicarse de lleno a diseñar sus primeros actos de gobierno.
Humala era y es percibido como el cuco heterodoxo, pese a que –en varios idiomas y planes– ha negado cambios traumáticos en la economía.
Lo concreto es que el presidente electo inicia su gobierno con un límite o déficit de confianza.
Las billeteras más abultadas y sus corifeos mediáticos le exigen, en una presión sin precedentes, que dé a conocer cuánto antes al premier, ministro de Economía y presidente del Banco Central de Reserva.
No sólo para calmar sus nervios, sino principalmente para no perder la costumbre de poner en esos puestos a representantes o amigos suyos.
No está mal la salida “a lo Lula”, en el sentido de nombrar a un banquero en el BCR. Eso ayudaría a recuperar el nivel de confianza interna.
Pero, mientras piensa y baraja nombres para estos puestos clave, Ollanta Humala podría hacer una acción intrépida y atacar el problema de confianza de raíz; no en el plano nacional, sino afuera.
El presidente electo debiera, antes de asumir funciones, realizar un viaje relámpago a los principales centros financieros, políticos y empresariales del mundo y poner en su agenda internacional: Chile, Brasil, Washington, Nueva York, Madrid y Bruselas.
La idea es agarrar al toro por las astas y tomar contacto con los principales líderes políticos, agentes económicos, líderes de opinión, y grupos de empresarios e inversionistas, a quienes se los calma explicándoles con seriedad los principales ejes de la política económica planteados en la Hoja de Ruta.
Para ello debe colocar en blanco y negro sus ideas centrales, encontrar a alguien que le abra las puertas afuera y comprometer a sus interlocutores a seguir invirtiendo en el Perú. Si lo logra, a su regreso, encontrará no sólo unas aguas económicas más calmadas, sino el ambiente propicio como para dedicarse de lleno a diseñar sus primeros actos de gobierno.
06 junio, 2011
Hora de la reconciliación
El proceso electoral concluyó. El pueblo habló en las ánforas. Se pronunciado por el cambio. El crecimiento económico con inclusión social. Sólo falta que Keiko Fujimori reconozca el resultado de las urnas y se acabó. Volteamos la página y tenemos, todos, que volcarnos a un proceso de cura de heridas. Es urgente restañar laceraciones políticas de todo tipo y reconciliarnos.
Tenemos que salir del curso de polarización en que nos envolvió el proceso electoral. Nunca como ahora se ha notado la división profunda de grupos de amigos y familias. Pero, como dice la canción, todo tiene su final, nada dura para siempre.
Este acto de reencuentro tiene que estar acompañado de un compromiso de respetar al nuevo gobierno y respetar al nuevo presidente. Ollanta Humala, una vez que juramente el 28 de julio, representará a todo el pueblo peruano.
Los agentes económicos deberán tener el tino suficiente para seguir haciendo su trabajo, como lo hacemos la mayoría de peruanos de a pie. Los pobres no se pueden dar el lujo de especular en el mercado. Trabajan para comer. Y hoy lunes lo han hecho como todos los días.
Los profesionales de la bolsa deben comportarse de la misma manera. ¿Qué extraños intereses están detrás del nerviosismo con el que han amanecido hoy que ha hecho cerrar la Bolsa de Valores de Lima? Sabemos que en economía, nada hay más cobarde que un dólar. Pero no es momento de cobardías ni especulaciones. Es momento de trabajar, de apostar por el Perú.
Ese proceso de reconciliación debe venir de todos lados y sobre todo de los ganadores. La humildad en la victoria engrandece los espíritus. Por eso, debemos criticar las desafortunadas declaraciones del primer vicepresidente electo sobre el cambio de establecimiento penitenciario para el reo Alberto Fujimori. No porque no fuera justo debatir el tema –y lo es–, sino porque no es el momento.
Debemos dejar que el presidente electo y su grupo de asesores trabajen sin pausa,pero sin prisa, en la nueva propuesta para el Perú. Sin presiones. Pero también sin dilaciones. Y los demás, todos, a trabajar. Por ellos mismos, por sus familias, por el Perú.
El proceso simbólico de reconciliación es sencillo:demosnos un apretón de manos y ya.
Tenemos que salir del curso de polarización en que nos envolvió el proceso electoral. Nunca como ahora se ha notado la división profunda de grupos de amigos y familias. Pero, como dice la canción, todo tiene su final, nada dura para siempre.
Este acto de reencuentro tiene que estar acompañado de un compromiso de respetar al nuevo gobierno y respetar al nuevo presidente. Ollanta Humala, una vez que juramente el 28 de julio, representará a todo el pueblo peruano.
Los agentes económicos deberán tener el tino suficiente para seguir haciendo su trabajo, como lo hacemos la mayoría de peruanos de a pie. Los pobres no se pueden dar el lujo de especular en el mercado. Trabajan para comer. Y hoy lunes lo han hecho como todos los días.
Los profesionales de la bolsa deben comportarse de la misma manera. ¿Qué extraños intereses están detrás del nerviosismo con el que han amanecido hoy que ha hecho cerrar la Bolsa de Valores de Lima? Sabemos que en economía, nada hay más cobarde que un dólar. Pero no es momento de cobardías ni especulaciones. Es momento de trabajar, de apostar por el Perú.
Ese proceso de reconciliación debe venir de todos lados y sobre todo de los ganadores. La humildad en la victoria engrandece los espíritus. Por eso, debemos criticar las desafortunadas declaraciones del primer vicepresidente electo sobre el cambio de establecimiento penitenciario para el reo Alberto Fujimori. No porque no fuera justo debatir el tema –y lo es–, sino porque no es el momento.
Debemos dejar que el presidente electo y su grupo de asesores trabajen sin pausa,pero sin prisa, en la nueva propuesta para el Perú. Sin presiones. Pero también sin dilaciones. Y los demás, todos, a trabajar. Por ellos mismos, por sus familias, por el Perú.
El proceso simbólico de reconciliación es sencillo:demosnos un apretón de manos y ya.
Pronunciamiento Perú Posible ante resultados de la segunda vuelta electoral
Saludamos la victoria inobjetable del Presidente electo, Ollanta Humala, en medio de una campaña difícil y polarizada que ha llegado a un final feliz. Es hora de la reconciliación.
Ganó el pueblo peruano. Ganó la democracia. Ganó la memoria. Ganaron los más pobres.
El pueblo peruano se ha pronunciado democráticamente por el cambio y ha optado claramente por el crecimiento económico con inclusión social.
Invocamos a los agentes económicos, inversionistas y empresarios a confiar que respetando las reglas de mercado y el interés social, el Perú continuará en el camino del desarrollo.
Confiamos que el nuevo gobierno cumpla con lo prometido. En ese sentido, la tarea de nuestro partido -por la gobernabilidad y paz social-, será contribuir con esa meta en todo lo que sea viable. Seremos, además, activos vigilantes del Estado de derecho y las libertades ciudadanas.
Agradecemos enormemente a nuestros militantes de Perú Posible por haber contribuido a este triunfo de la democracia, cuyo fortalecimiento de aquí en adelante tiene que ser tarea de todos los peruanos.
Lima, 5 de junio de 2011.
La Comisión Política
04 junio, 2011
Decisiones al pie del ánfora
Llegamos a la hora final. Momento en el que se silencian las campañas para que se exprese, sin presiones, la conciencia. Es un momento de reflexión. ¿Qué sentimientos nos invaden en circunstancias cruciales como ésta? ¿Qué aspectos consideramos antes de acudir a votar? ¿Qué valores ponemos en la mesa?
Votar es un acto soberano, pero en ningún caso es un cheque en blanco. Los ciudadanos entregamos el poder a una opción política para que gobierne buscando el bien común. Ese bien común no es de unos pocos. Es de todos.
La democracia no es la imposición de una mayoría precaria –producto de una segunda vuelta forzosa–; es, antes que nada, el respeto a las minorías.
Desde esa perspectiva, acudimos a las ánforas a decidir el futuro del país. O apostamos por la esperanza, o cargamos con el pasado vergonzante. Son dos modelos sobre la mesa. En uno existen dudas; en el otro, certezas.
Hoy esa esperanza, ese hermoso salto al vacío como lo entiende Balo Sánchez, encarnado por Ollanta Humala, dependerá del comportamiento de cada uno de nosotros para llenar la piscina. Porque no es el salto lo que me preocupa, sino el clavado.
Dependerá de nosotros el llenado de esa piscina o el tejido de esa red.
Debemos desterrar, por tanto, de nuestro acto consciente de votar, el odio, el desprecio, el deseo oscuro de que fracase una política.
Debemos desterrar el miedo, la sensación de culpa o de impotencia que tenemos ante lo desconocido. Debemos votar con el corazón. Y con la cabeza. Jamás con el hígado.
Debemos votar si quieren con condiciones. La condición de mantenernos vigilantes ante los riesgos que puede sufrir el crecimiento económico, la democracia o las libertades conquistadas. Teniendo esto en cuenta, acuda a votar. Consciente y seguro.
Votar es un acto soberano, pero en ningún caso es un cheque en blanco. Los ciudadanos entregamos el poder a una opción política para que gobierne buscando el bien común. Ese bien común no es de unos pocos. Es de todos.
La democracia no es la imposición de una mayoría precaria –producto de una segunda vuelta forzosa–; es, antes que nada, el respeto a las minorías.
Desde esa perspectiva, acudimos a las ánforas a decidir el futuro del país. O apostamos por la esperanza, o cargamos con el pasado vergonzante. Son dos modelos sobre la mesa. En uno existen dudas; en el otro, certezas.
Hoy esa esperanza, ese hermoso salto al vacío como lo entiende Balo Sánchez, encarnado por Ollanta Humala, dependerá del comportamiento de cada uno de nosotros para llenar la piscina. Porque no es el salto lo que me preocupa, sino el clavado.
Dependerá de nosotros el llenado de esa piscina o el tejido de esa red.
Debemos desterrar, por tanto, de nuestro acto consciente de votar, el odio, el desprecio, el deseo oscuro de que fracase una política.
Debemos desterrar el miedo, la sensación de culpa o de impotencia que tenemos ante lo desconocido. Debemos votar con el corazón. Y con la cabeza. Jamás con el hígado.
Debemos votar si quieren con condiciones. La condición de mantenernos vigilantes ante los riesgos que puede sufrir el crecimiento económico, la democracia o las libertades conquistadas. Teniendo esto en cuenta, acuda a votar. Consciente y seguro.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)