Hay que volver a insistir sobre el fondo del asunto en el “escándalo Antauro” porque la vorágine mediática fácilmente nos extravía entre iphones, emails y celdas con espejos.
Estamos hablando no de privilegios otorgados u obtenidos con corruptela –ya de por sí escandaloso–, sino, de un gobierno que no otorga el verdadero valor a la esencia misma de la democracia y su defensa.
Este es un gobierno electo por la voluntad popular que privilegia a un preso que intentó socavar a otro gobierno democrático vía un alzamiento armado.
Antauro buscó derrocar al gobierno de Alejandro Toledo. Pasó de ser un conspirador de la democracia a un golpista fracasado, detenido, juzgado y sentenciado.
Conferirle ahora un trato privilegiado, argumentando que existen informes secretos que alertan sobre la seguridad de los padres del presidente, es una excusa que nadie cree.
Empuñar las armas contra la democracia no es un delito menor. Ni siquiera para quien delinque por primera vez. Es un delito grave, extremo, de incalculables consecuencias.
Antauro Humala era consciente que no podría derrocar al gobierno de turno. Lo que buscaba era un baño de sangre. Una respuesta represiva contundente, con decenas de muertos, que pudiera debilitar al entonces gobierno del Presidente Toledo.
No le importaba la gente que ilusamente lo acompañó. Entre sus planes estaba el entregar sus vidas a cambio de configurar una nueva situación política. Buscaba fracturar el régimen democrático.
El Presidente Toledo envío las fuerzas operativas del Estado para sofocar el levantamiento, pero, al final, usó la inteligencia y la astucia policial para convencer a Antauro de que lo mejor era rendirse y entregarse.
No hubo, pues, el esperado baño de sangre a excepción de los policías abatidos por los etnocaceristas.
La democracia no puede ser blandengue para castigar a quienes intentan subvertirla, socavarla, fracturarla o interrumpirla. El delito es mayor cuando un soldado, llamado a defender la Patria y sus valores, vuelve sus armas contra el régimen democrático.
¿Qué prima más? ¿El sentimiento fraternal ante el hermano preso por levantar las armas contra la democracia? ¿O el valor de defender la democracia como representante de ella y soberano de la voluntad popular? Presidente Ollanta Humala, estamos esperando su pronunciamiento.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario