08 diciembre, 2022

10 Lecciones de un autogolpe fallido

 

1. Las instituciones democráticas cumplieron su papel. El Tribunal Constitucional rechazó casi de inmediato el golpe de Estado y la quiebra del orden constitucional perpretado por Pedro Castillo Terrones. Pero fue el comunicado conjunto de las Fuerzas Armadas y  la Policía Nacional del Perú el que terminó de desmoronar la osadía palaciega al ratificar su respeto al orden constitucional establecido y señalar que la disolución del Congreso constituye una infracción a la Constitución que genera el no acatamiento de las instituciones armadas. 

 

2. Debe igualmente destacarse la sólida posición institucional en defensa de la democracia y el Estado de derecho que tuvieron el Poder Judicial, La Procuraduría General de la República, la Defensoría del Pueblo, la Junta Nacional de Justicia y el Ministerio Público. Los distintos órganos componentes del sistema condenaron el intento del golpe de Estado de manera escalonada a través de las redes sociales.

 

3. Un golpe sin preparación, ni respaldo, ni estrategia, es un acto fallido, políticamente suicida. El presidente fue víctima de su falta de convicción democrática como de sus impromptus, sus miedos y sus fantasmas. Nadie respaldó su temeridad. Ni su partido, ni sus congresistas, ni el Consejo de Ministros. Las declaraciones de Salatiel Marrufo tildándolo como cabeza de una organización criminal terminaron por destrozar sus nervios. El resultado fue el mensaje a la nación de un autócrata tembloroso, balbuceante, sin autoridad ni convicción.

 

4. Pero, no nos equivoquemos. Si bien su último acto fue desesperado, no lo fue su concepción. La vena autoritaria de Pedro Castillo se evidenció en múltiples momentos. No solo en el ataque permanente a las instituciones, sino también a la prensa. La prueba más reciente fue el acta del Consejo e Ministros del 24 de noviembre de 2022, donde consideran el rechazo de plano del Congreso a una propuesta de reforma constitucional sobre el referendo como primera confianza denegada. De ahí a provocar un nuevo intento de denegatoria de confianza y cerrar el Congreso estaba a un paso. 

 

5. La controversia entre poderes puede resolverse con un árbitro efectivo, equilibrado y oportuno. La medida cautelar del Tribunal Constitucional, que suspendió cualquier efecto que pudiera derivarse de la decisión del Poder Ejecutivo de interpretar como denegada la confianza a la que se refiere el acta de la sesión del Consejo de Ministros del 24 de noviembre echó por tierra el intento del Ejecutivo de pretender cerrar el Congreso legalmente. 

 

6. Los peruanos hemos aprendido a resolver los problemas por nosotros mismos. Hay algunas cosas de las que estamos curados: la hiperinflación, por ejemplo. En política, en cambio, arrastramos otras viejas taras, como confundir lo público con lo privado y  creer que el Estado es un botín. Que hayamos rechazado el intento de golpe de Estado, sin intervencionismos de terceros ni tutelajes, es una buena noticia para nuestra endeble cultura democrática. 

 

7. El rol de la prensa también merece señalarse. Sin su labor fiscalizadora no se habría llegado a donde estamos hoy. Semana a semana los medios fueron arañando y levantando capa por capa las obcenidades del régimen. Las declaraciones de Salatiel Marrufo prueban que tenían razón. En el poder se enquistó una maquinaria que no solo dilapidaba los recursos públicos, sino que, según ha confesado el testigo, rentaba los cargos para poder hacerlo. El ministro de Vivienda, por ejemplo, entregaba mensualmente 50 mil soles al jefe del Estado para que no ser removido del cargo. Ante estas denuncias, el poder respondió atacando, aislando, menoscabando a la prensa. Que lo sepan los políticos, con la prensa mal vecino es el amor y cuando no hay es peor. O, simplemente, mal con ellos, peor sin ellos.

 

8. La participación ciudadana ha sido vital. Esta vez no fueron marchas masivas, sino apenas un puñado de ciudadanos que rodeó las embajadas de Cuba y México en previsión de que Pedro Castillo busque asilo político. Estaban en lo correcto. Sin embargo, fue la propia escolta presidencial la que detuvo en flagrancia al fallido presidente golpista. Alertados por sus teléfonos celulares, otro pequeño grupo de transeúntes fue testigo de los hechos y grabó las incidencias. 

 

9. La crisis política no ha acabado. Se ha conjurado el ojo de la tormenta, pero continua la borrasca producto de la desconfianza y la fractura de la ciudadanía y la clase política. Las primeras señales de que no serán tiempos de calma vienen del sur del país. Se empiezan a generar manifestaciones que bien pueden ser aprovechadas por líderes extremistas. El horizonte de gobernar hasta el 2026, que ha señalado la presidenta Dina Boluarte, es legítimo, pero, probablemente, irreal. Un sector de la población seguirá exigiendo que el Congreso también se vaya. Para eso, la presidenta deberá aguzar sus sentidos para leer bien lo que la calle demanda.

 

10. La presidenta Dina Boluarte tiene la posibilidad de pasar a la Historia no solo como la primera mujer en ocupar la presidencia, sino como la que devolvió al país la tranquilidad pública,  reestableció la confianza en la política y lo reencaminó hacia la tranquilidad y el desarrollo. Puede hacerlo si se plantea reformas inmediatas, plazos realistas y si hace suyo el planteamiento de adelantar las elecciones antes que la efervescencia social nuevamente nos desborde. El gabinete que convoque debe ser de salvación nacional, formado por un presidente (a) del Consejo de Ministros con solvencia técnica, profesional y moral, capaz de convocar y concertar con un sector mayoritario de fuerzas políticas, dentro y fuera del Congreso. La elección de este personaje será crucial para saber si después de seis presidentes, en seis años, los peruanos aprendimos finalmente a valorar y respetar los plazos constitucionales de gobierno.

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios.: