El Presidente de la República, Ollanta Humala, podrá estar mudo. Pero no está inmóvil. Está operando. Como todo militar, primero está reconociendo el terreno, tanteándolo, estudiándolo, analizándolo. Luego, está desplegando sus fuerzas en puntos clave de la administración pública: defensa, interior, orden público, descentralización, conflictos sociales, programas sociales, viceministerios.
Que el jefe del Estado no sea verborreico, por ahora, no depende de cuestiones psicológicas o de estilos de gobierno propiamente. El silencio gubernamental se explica por la lucha de intereses contrapuestos que existe entre medios y gobierno por controlar o colocar la agenda pública o política.
Los medios tienen su agenda y presionan para imponerla. El gobierno tiene la suya y resiste el empuje de los medios. En otras palabras, no sólo el gobierno batalla para imponer su agenda; también los medios juegan su partido.
Finalmente, la agenda pública es lo que uno habla. Al existir intereses variados y contrapuestos, cada grupo social lucha por imponer sus temas de agenda. Esta crisis por colocar la agenda puede hacer perder el control del propio gobierno. Nos ocurrió a nosotros en el Gobierno de Toledo. Los escándalos dominaron la escena pública.
Desde este punto de vista hay quienes creen erróneamente que comunicar es siempre declarar. García, por ejemplo, considera que discursear, “hablarle al pueblo” es educarlo; una especie de pedagogía de la palabra. El estilo Humala, nos presenta la otra cara de la moneda: la pedagogía del silencio.
Muchos se han quedado con la imagen de la gallina que cacarea cuando pone un huevo para graficar la necesidad de publicitar los logros. La figura es correcta, pero muchos olvidan que primero se debe poner el huevo. Comunicar es por eso antes que hablar, gestionar. Invertir el proceso nos lleva a inaugurar hospitales sin terminar desgastando el poder de la palabra.
Ahora bien, no es lo mismo decir que el Presidente no tiene agenda porque no comunica lo que hace, que afirmar que no existe agenda presidencial. La agenda del Presidente es un documento diario que contiene las reuniones concertadas por el Secretario General de la Presidencia con el jefe del Estado. Las reuniones pueden ser públicas, privadas o “fuera de agenda”. En ellas el presidente despacha, analiza, decide, gestiona. No siempre se comunica lo que ocurre en estas reuniones.Pero lo que no puede hacerse es no informar las reuniones del Presidente.
Declarar a los medios puede no estar entre sus prioridades. Y esto irrita, obviamente, en primer lugar a la prensa. Pero, el presidente quizás no necesite tanto quien le escriba, sino más bien quien informe. Y esa tarea, de acuerdo a la Constitución, corresponde al Presidente del Consejo de Ministros. Él es el vocero del gobierno.
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