El silencio adquiere un valor incalculable en política. Bien administrado, es un arma poderosa. Mal usado, puede ser fatal.
Se necesita mucha disciplina para no perder la paciencia y sacar provecho del agujero negro en que a veces nos conduce la ausencia de palabras.
Si no hay exposición, no hay posibilidad de error, ni de flanco expuesto, ni de ataque.
Quizás por eso, después de la palabra, el silencio, se dice, es el segundo poder del mundo.
Habría que “escuchar” al presidente Humala para entender este aforismo transformado en su slogan de gobierno: menos palabras más acción.
Hasta el momento le viene dando resultados. Lo demuestra el 59% de aprobación que le otorga la reciente encuesta de Ipsos Apoyo.
En un ambiente con economía en automático y en perspectiva de mantener este panorama, sin hacer aspavientos en medios, Humala viene navegando sin mayores problemas en las procelosas aguas de la opinión pública.
La no aparición del presidente en medios se ha convertido en un buen negocio para el inquilino de Palacio.
En ocho meses de ejercicio del poder, Humala no ha ofrecido conferencias de prensa, sino en casos contados con los dedos de una mano.
Una lección para nuestros políticos criollos que se mueren por salir en medios sin cuidar primero lo que van a decir.
Pero que Humala no hable, no significa que esté quieto. Vía Facebook y Twitter el jefe de Estado se ha comunicado cuando el momento lo ha demandado. Una forma nueva, moderna y austera de participar del debate público.
El silencio presidencial es ya un nuevo estilo de gobierno. Desesperante para algunos. Efectivo para otros.
Los viejos aforismos españoles nos enseñan que en boca cerrada no entran moscas. Y quien calla otorga. Algo que choca contra las recomendaciones de los marketeros políticas que siempre flamean la monserga de que se debe comunicar siempre.
Hacer primero, comunicar después, es lo que enseña el ejercicio del poder. Lo contrario es colegios mayores y hospitales inaugurados sin terminar. Mucho ruido y pocas nueces.
Habría que explorar en otras latitudes para encontrarle otras cualidades al arte de enmudecer.
En la India hay uno que dice “Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”. Y en China: “El silencio es el único amigo que jamás traiciona”.
En resumen, podemos afirmar que en política, el silencio es uno de los argumentos perfectos, porque difícilmente se puede refutar. Quizás, por eso, el presidente Humala haya aprendido a seguir el viejo consejo chino que dice. “No rompas el silencio si no es para mejorarlo”.
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