El programa “El Valor de la Verdad”
producido por Frecuencia Latina y conducido por el periodista Beto Ortiz, debe ser
cancelado. Desde sus primeras emisiones lo único que ha conseguido es superar a
Laura Bozzo en ventilar lo peor del ser humano por un puñado de soles.
El programa no enfrenta al concursante con
la verdad. Exhibe ante el público las miserias de aquel. El antivalor del programa
está en escarbar el morbo y en mostrar lo pérfido, prohibido o torcido de las vidas de los concursantes,
delante de sus seres queridos y a nivel nacional.
¿Qué puede tener de positivo un programa de
este tipo? Las primeras revelaciones de la familia de Ruth Sayas -la
concursante asesinada por su ex pareja sentimental-, señalan que los
productores del programa jugaron un rol en la presentación televisiva de “la
verdad” de la chica. Acomodaron la verdad de Ruth a un formato televisivo. Es
decir, nos contaron una mentira.
Y esto es algo que tenemos todo el derecho
de resistir. Nos oponemos a un estilo de
programa que tiene como cortina “El Valor de la Verdad”, pero que en el fondo
se ha comprobado, con la muerte de una chica, que sólo es “El valor de la
Mentira”.
Porque, finalmente, de esto se trata. La
verdad, o mejor dicho, la búsqueda de la verdad, es una de las preguntas
filosofales de nuestra existencia. Lo decía Aristoteles: “Negar lo que es y
afirmar lo que no es, es lo falso, en tanto que afirmar lo que es y negar lo
que no es, es lo verdadero”. La esencia de la verdad son las cosas tal como
son.
El programa que comentamos transgrede este
valor. Nos hace creer que teniendo como referente un polígrafo, lo que dicen
los concursantes es la conforntación con la verdad y que si miente, perderá el
valor de decir la verdad, o sea dinero. Los hechos demuestran que el programa
no premia la verdad, sino la mentira, la mentira televisiva.
Los productores arreglan, acomodan,
maquillan, la verdad tal como es y la presentan al público tal como no es. Eso
condenamos. Que nos engañen. Algo tenemos qué hacer frente a esta Civilización
de espectáculo, una forma ligera de entender y vivir la vida en la que el cine,
el arte, la religion, el periodismo y la cultura en general viven esclavos del
“gusto” mayoritario de la gente.
La sociedad civil tiene todo el derecho de
mostrar indignación frente a este tipo de television basura. Estamos hartos de
programas que solo hurgan en el morbo de la gente. Es nuestro derecho
decirlo. El punto es: para pronunciarme en contra de este tipo de programa…
¿será suficiente con apelar a mi control remoto y hacer click?
Como
dice Mario Vargas Llosa, no está en poder del periodismo por sí solo cambiar la
civilización del espectáculo que ha contribuido a forjar. Es una realidad de
nuestro tiempo, partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de
ser, de vivir y acaso de morir. ¿Qué hacemos? ¿Nos olvidamos de todo y el
sábado nos vamos al cine, al teatro o a la Opera? Cuidado que cuando querramos
reacionar y este programa se use políticamente, como empieza a serlo, sea
demasiado tarde.
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