Jose Inacio Lula da Silva estuvo hace unos días en Perú, refrescando
con su presencia y sus discursos, con su pensamiento y acción, la importancia
de las decisiones de Estado, más allá de coyunturas por las que atraviesan los
gobernantes.
El ex presidente de la sexta economía del mundo, llegó a nuestro
país para conmemorar en décimo aniversario del Acuerdo Estratégico entre Perú y
Brasil. Dicho acuerdo –hay que recordarlo, porque no se ha dicho con claridad– se
firmó durante el gobierno del Presidente Alejandro Toledo, en agosto de 2003.
Lula destacó tres decisiones y una consecuencia asumidas durante el
gobierno del presidente Toledo: 1) Firmar la Alianza Estratégica Perú-Brasil,
2) Construir La Carretera Interoceánica, 3) Construir el primer Puente
internacional en 500 años. Como consecuencia de estas decisiones de Estado
–continuadas por los gobiernos siguientes–, el comercio bilateral aumentó
notablemente.
En una década el comercio bilateral se incrementó de 656 millones de
dólares a 3.700 millones de dólares anuales. Brasil apostó por intensificar el
comercio con los países de América del
Sur. No se equivocó. Antes de que Lula llegara a la presidencia, el comercio
intrasur era de US$ 15 mil millones de dólares. Hoy asciende a US$ 70 mil
millones.
"Estos números son necesarios para darse cuenta de que con un
poco de voluntad se pueden concretar las cosas y en mi opinión la relación
entre el Perú y Brasil no ha alcanzado ni el 10% de todo su potencial de los
próximos años”.
Pero no siempre estas decisiones de mediano y largo plazo son
entendidas. Críticos coyunturales existirán siempre. "Me dijeron por qué
no la hacemos con Alemania o con Francia, pero el tiempo se encargó de probar lo que sucedió (...) algunos me
decían pero qué alianza estratégica
podían hacer dos países miserables, dos paisitos pobres”.
Algo parecido ocurrió con la Carrtera Interoceánica. En el Congreso
peruano se opusieron quienes –paradójicamente– gobernarían inmediatamente
después. La Interoceánica csotó sangre, sudor y lágrimas al gobierno de Toledo.
Por primera vez en la historia de su etapa republicana, el Perú unió a 10
departamentos de la zona sur del país. Al
final fueron tres vías –las Interoceánicas del Norte, Centro y Sur– hoy convertidos en corredores IIRSA los
proyectos más relevantes que planificaríamos con Brasil.
Que nuestros países vivieron de espaldas lo demuestra el hecho de
que el primer Puente internacional también
se construyó a inicios del Siglo XXI. Lula lo ha recordado: “Brasil tiene
frontera con Perú, y del lado peruano se producen muchas cosas pero el Estado
de Acre se lleva cosas desde Sao Paulo. El primer puente construido entre el
Perú y Brasil demoró 500 años”.
Quienes se oponían a proyectos de esta envergadura señalaban que no
se justificaba la obra por el número reducido de vehículos que pasaban en ese
momento. La respuesta de Alejandro Toledo fue sencilla: pongan la carretera y
verán cómo aumentan las unidades vehiculares.
El tiempo le dio la razón. El 2002, el Perú exportaba a Brasil 217
millones de dólares. Hoy exporta seis veces más, por encima de los 1.200
millones de dólares. Las exportaciones de Brasil a Perú crecieron a su vez
cuatro veces.
En palabras de Lula: “Pienso que hubo un avance considerable que no
nos imaginamos. Nuestro flujo comercial (entre Perú y Brasil) era menos de 700
millones de dólares y lo aumentamos a casi 4 mil millones”.
Es lo que pasa cuando se gobierna pensando no en las próximas
elecciones, sino en las próximas generaciones.
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