Jugar con los
números, como acaba de hacer el presidente de la Comisión de Constitución, Omar
Chehade, para determinar el número de senadores y diputados, no es serio. De un
proyecto inicial que planteaba 130 diputados y 60 senadores, pasó -por arte de
biribirloque- a una propuesta de 90 diputados y 40 senadores.
¿Es seria la
propuesta del presidente de la Comisión de Constitución? ¿Cómo así llegó a la
conclusión de que es mejor 40 senadores y no 60? ¿Qué método científico utilizó
para llegar a esa conclusión?
La única
explicación razonable para este desfase numérico es una campaña mediática muy
fuerte que desde un primer momento buscó perforar la propuesta poniendo énfasis
en la “inmunidad vitalicia” que la propuesta contemplaba para los ex
presidentes constitucionales. Y, claro, lo oneroso que resulta mantener dos cámaras con un número abultado de representantes.
Con 130 parlamentarios
en las dos cámaras, como ahora se propone, el Perú tendría menos congresistas
que el Congreso peruano de 1919 que estuvo formado por 138 representantes.
Ese año, en 1919, ¡el
Perú tenía una población de 4 millones 382 mil 400 habitantes y una tasa de
crecimiento poblacional anual de 1,22%!
Hoy, el Perú
bordea los 30 millones de personas, seis veces más que a inicios del siglo
pasado y casi mantiene su ritmo de crecimiento anual, con una tasa de
crecimiento poblacional de 1,33%.
No podemos seguir
jugando con las cifras.
Entre 1980 y 1992
tuvimos congresos de 240 parlamentarios; 60 senadores y 180 diputados. El golpe
fujimorista redujo esa cantidad a la mitad como parte de su estrategia de demolición
de las instituciones democráticas.
Por cierto, nadie
cree que cantitad es calidad. No es, en efecto, el número el que cuenta, sino
la madera del representante. Pero, es un hecho que el Perú está, matemáticamente, subrepresentado políticamente en el Parlamento.
En promedio,
tenemos un congresista por cada 230 mil peruanos, cuando el promedio de países
democráticos es la mitad y aún menos.
El Congreso debe
ingresar a un debate serio sobre este tema, aunque esto no sea necesariamente
un tema agradable para la platea.
Es un tema
sustantivo para el fortalecimiento de la democracia.
Que debe venir
acompañado de otras reformas, como la democracia interna al interior de los
patidos, la eliminación del voto preferencial y el análisis de las
circunscripciones territoriales, bien. Adelante.
Pero, sacar
números de senadores y diputados, como conejos del sombrero, no ayuda a entrar
con buen pie al debate.
Lo que
debe primar –creemos– no es la visión
termendista y arrabalera de la prensa que suele levantar siempre este tipo de
noticia por “lo costoso que resulta aumentar el número de comechados”, sino, el
establecer criterios y marcos conceptuales razonables para medir la proporción
y representatividad de la democracia peruana. No es un tema de quién da más o quién
da menos.
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