03 diciembre, 2013

Bicameralidad: ¿Quién da menos?


Jugar con los números, como acaba de hacer el presidente de la Comisión de Constitución, Omar Chehade, para determinar el número de senadores y diputados, no es serio. De un proyecto inicial que planteaba 130 diputados y 60 senadores, pasó -por arte de biribirloque- a una propuesta de 90 diputados y 40 senadores.
¿Es seria la propuesta del presidente de la Comisión de Constitución? ¿Cómo así llegó a la conclusión de que es mejor 40 senadores y no 60? ¿Qué método científico utilizó para llegar a esa conclusión?
La única explicación razonable para este desfase numérico es una campaña mediática muy fuerte que desde un primer momento buscó perforar la propuesta poniendo énfasis en la “inmunidad vitalicia” que la propuesta contemplaba para los ex presidentes constitucionales. Y, claro, lo oneroso que resulta mantener dos cámaras con un número abultado de representantes.
Con 130 parlamentarios en las dos cámaras, como ahora se propone, el Perú tendría menos congresistas que el Congreso peruano de 1919 que estuvo formado por 138 representantes.

Ese año, en 1919, ¡el Perú tenía una población de 4 millones 382 mil 400 habitantes y una tasa de crecimiento poblacional anual de 1,22%!

Hoy, el Perú bordea los 30 millones de personas, seis veces más que a inicios del siglo pasado y casi mantiene su ritmo de crecimiento anual, con una tasa de crecimiento poblacional de 1,33%.

No podemos seguir jugando con las cifras.

Entre 1980 y 1992 tuvimos congresos de 240 parlamentarios; 60 senadores y 180 diputados. El golpe fujimorista redujo esa cantidad a la mitad como parte de su estrategia de demolición de las instituciones democráticas.

Por cierto, nadie cree que cantitad es calidad. No es, en efecto, el número el que cuenta, sino la madera del representante. Pero, es un hecho que el Perú está, matemáticamente, subrepresentado políticamente en el Parlamento.

En promedio, tenemos un congresista por cada 230 mil peruanos, cuando el promedio de países democráticos es la mitad y aún menos.

El Congreso debe ingresar a un debate serio sobre este tema, aunque esto no sea necesariamente un tema agradable para la platea.

Es un tema sustantivo para el fortalecimiento de la democracia.

Que debe venir acompañado de otras reformas, como la democracia interna al interior de los patidos, la eliminación del voto preferencial y el análisis de las circunscripciones territoriales, bien. Adelante.

Pero, sacar números de senadores y diputados, como conejos del sombrero, no ayuda a entrar con buen pie al debate.

Lo que debe primar –creemos–  no es la visión termendista y arrabalera de la prensa que suele levantar siempre este tipo de noticia por “lo costoso que resulta aumentar el número de comechados”, sino, el establecer criterios y marcos conceptuales razonables para medir la proporción y representatividad de la democracia peruana. No es un tema de quién da más o quién da menos.

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