Última semana de campaña electoral. Hay consenso en que esta es una de las más aburridas campañas de los últimos tiempos. Ni siquiera sorprende el alineamiento de los medios de comunicación.
Los grupos que concentran el poder, con Castañeda. Susana, con una cortina de hierro mediática, que ha impedido que se valoren mejor sus obras y planes de gobierno.
Cuando los medios entran en campaña, no se trata solo de generar información, sino de administrarla, pautearla y hasta distorsionarla.
La importancia que tienen los asuntos de la ciudad puede quedar graficada en el hecho de que el programa estrella de un consorcio editorial (“Esto es guerra”) se transmitió en señal abierta, sin alteraciones, mientras que el debate municipal, organizado por el mismo grupo comercial, se emitió incompleto, por cable y con interrupciones.
Pero que nadie se equivoque. La campaña municipal puede haber arrancado bostezos, pero ha sido mucho más importante de lo que se cree. En términos estratégicos, marca la pauta de lo que se pondrá en juego el 2016. El primer tiempo de dos.
Es meritorio, en este sentido, el esfuerzo de Susana Villarán por presentar –desde la izquierda y hacia el centro– una mesa política amplia, con matices, renovada y unida por un ideal mayor: gobernar la ciudad con eficiencia y honestidad.
Intentar nuevamente este camino para el 2016 no será fácil. Dependerá de los resultados del próximo domingo. Pero, sin duda, será una tarea ardua y compleja, con voces discrepantes, altisonantes, aquí y allá. Y probablemente haya quienes no quieran insistir en el esfuerzo, lo que desde ya podría significar encarar el 2016 fraccionados. Si las victorias cohesionan, lo contrario también es cierto.
El camino a una unidad mayor pasa, sin embargo, por resolver problemas internos. No hacerlo sería iluso o incluso suicida políticamente. Asumir plenamente un problema es empezar a resolverlo. Y esto tiene que hacerse sobre la marcha. No hay tiempo si consideramos que los enemigos tampoco duermen.
La campaña electoral municipal ha sido apenas una finta de lo que pasará el 2016. Un entrenamiento con sparring. Pero no es ni la sombra de lo que veremos entonces. La aparición temprana de Mario Vargas Llosa y su bandera en alto contra el fujimorismo anuncia que será una lucha encarnizada por el poder.
Los primeros asaltos ya se dieron y han empezado en la arena mediática y judicial. Para mis amigos, todo; para mis enemigos, la ley y las portadas.
Quienes creen que la campaña electoral municipal ha sido una sana aunque aburrida competencia entre grupos, un espectáculo a lo “Esto es guerra”, esperen el 2016. Habrá no solo leones, sino fundamentalmente “cobras”. Con veneno, harto veneno.
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