La primera caricatura que se conoce está impresa sobre un papiro y se encuentra en el Museo Egipcio de Torino, Italia. Pero sus reminiscencias llegan más atrás; están en grabados griegos y romanos y hay quienes encuentran expresiones humorísticas en algunos trazos de las cuevas.
El humor es una manifestación de la inteligencia humana. Requiere ser interpretado. Por eso, es una interpretación de la realidad. No la realidad misma. Es ficción; creación y recreación.
El humor es en esencia un estado afectivo que emana del alma, un estado de gracia. Sus principales características son: brevedad, condensación, doble sentido, libertad. Hamlet en boca de Polonio dice: “Como la brevedad es el alma del ingenio y la prolijidad su cuerpo y ornato exterior, he de ser breve”.
La base del humor es la libertad. Es la capacidad que tenemos de decir lo que pensamos, de dibujarnos y burlarnos de nosotros mismos. De vernos reflejados en un espejo distorsionado y reírnos.
La ironía, la sátira, la retórica, la burla, el chiste, lo cómico y el humor son recursos que utiliza la caricatura como un látigo que acompaña el mensaje. Aunque técnicamente la caricatura pertenece a las artes gráficas, en Comunicación, debe ubicársele en el género de opinión, lo mismo que una columna o editorial.
Siendo fruto de la libertad, todo le está permitido. Su mundo es universal. Su reino está aquí en la tierra como en el cielo. En sus cuadros, dibujos y líneas se mezcla el mundo de arriba y de abajo. Todo lo humano pasa por su criba ácida: arte, religión, filosofía, ciencia.
El humorista usa su pincel, lápiz o computadora para hurgar en nuestros vicios, errores, manías, imperfecciones, prejuicios; y exaltarlos, amplificarlos, deformarlos y generarnos un estado de humor, afecto o de rechazo y repelencia puros.
Lo grotesco es parte de nuestro propio ser.
La exageración y distorsión de nuestros rasgos nos puede ayudar a mirarnos hacia adentro. No sólo cómo somos, sino qué tememos. Si no soportamos vernos como somos, desnudos por dentro y por fuera, es porque hemos perdido nuestra libertad y somos esclavos del fanatismo.
Reaccionar como lo han hecho un grupo de fanáticos contra caricaturistas y periodistas anticlericales de todo pelaje como los Charlie Hebdo, es un signo de barbarie.
La ironía surge de la diferencia entre lo que se dice y lo que en verdad se quiere decir. La sátira es por definición un acto burlesco, una pantomima, pero que conlleva en el fondo un fin ético y ejemplarizador; busca, después de todo, corregir, educar.
Siendo también posible que sólo se busque la burla o la mofa que supone el desprecio hacia alguien o algo. Lo mordaz, lo sarcástico, lo corrosivo, lo áspero, lo picante o simplemente lo truculento, no son más que rasgos, trazos, ingenio, inteligencia en su tinta, frutos de la libertad, que ninguna bala o bomba podrá derrotar jamás. Porque el humor el cosa seria.
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* Publicado en Diario 16, el miércoles 14 de enero de 2015.
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