06 junio, 2009

La barbarie... al día siguiente


El país no puede seguir atrapado por la violencia. El costo de vidas humanas es muy alto. Debemos encontrar una salida política, dialogada, ahora.

Antes que nada las responsabilidades.

La responsabilidad política inmediata recae en el Premier Yehude Simon y en la ministra del Interior, Merecedes Cabanillas.

El primero por no tener el liderazgo suficiente para lograr sentar en la mesa de negociaciones a las comunidades amazónicas; y la segunda por utilizar armas de fuego contra la población civil.

Pero la responsabilidad histórica por haber permitido esta ofensiva armada contra las poblaciones amazónicas es del Presidente de la República. Ningún operativo de esta envergadura pudo realizarse sin su aprobación.

Cuando ocurrió el “Arequipazo” (Junio del 2002) el gobierno evaluó la situación y retrocedió. No por debilidad, sino por sentido común y responsabilidad. Preservar la vida de las personas es tarea principal del Jefe del Estado.

Hoy la capacidad de interlocución del gobierno está mellada. Se ha perdido. No existe. El movimiento indígena no encuentra un interlocutor válido ni en el alcalde local, ni en el presidente regional, ni mucho menos en los congresistas o el presidente del Consejo de Ministros.

Una opción sería apoyar los esfuerzos de la Iglesia a través de la Vicaría de Solidaridad de Jaén y de la Conferencia Episcopal.

Otra, más expedita, es que el Presidente de la República asuma directamente la tarea de conversar con las poblaciones indígenas.

Cuando su primer ministro fracasa, el Presidente de la República tiene la obligación de dialogar y encontrar una solución conversada, en este caso, con el movimiento amazónico.

El Presidente pudo evitar este baño de sangre. Hoy su es obligación replantear su política del Perro del Hortelano en la selva.

Si el Presidente García tiene un nuevo Evangenlio Privatizador que nos convenza a todos mediante el diálogo y la consulta; no a la fuerza y a balazos.

Se equivoca el Jefe del Estado cuando en lugar de comuneros amazónicos ve terroristas complotando contra la democracia.

Esta visión guerrerista de la política lo lleva a tomar salidas violentas como la que hemos visto en Amazonas.

Por la tranquilidad pública y la paz social del país debemos salir de este callejón oscuro.

El país no quiere más violencia y más muertes. No queremos un gobierno fuerte, si esto significa disparar contra nuestros hermanos.

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