Finalmente estamos a punto de saltar de la sartén al fuego. El retroceso de la Sunat es un error político del gobierno cuyo responsable sin duda está en Palacio de Gobierno. ¿No fue acaso el Presidente quién gatilló la maquinaria de cobranza coactiva de la Sunat con el ánimo de manejar el canal de televisión? ¿Pudo acaso el novel superintendente actuar sin conocimiento de su jefe, el ministro de Economía, y del jefe del Estado? ¿No tiene acaso asesores legales este gobierno que adviertan las implicancias legales de sus acciones?
Vía la nueva ley tributaria la Sunat puede intervenir para cobrar su deuda, pero no para manejar administrativamente el canal. El interventor coactivo no podía contratar, ni despedir trabajadores, tampoco podía reestructurar la programación, ni menos revisar la pauta informativa. ¿Qué michi entonces iba a realizar?
El presidente García es el primer responsable de este fallido zarpazo a la esquina de la televisión peruana y ha dejado abierto el camino para que retorne el impresentable Grupo Schütz.
Así tenemos a un Presidente de la Corte Suprema apurando a sus jueces para que las decisiones ya tomadas –el traspaso de las funciones a los antiguos propietarios- se realicen de manera inmediata. En eso estaba, cuando el gobierno se metió por la ventana –la gran ventana de Panamericana- y la Sunat metió literalmente la pata.
El problema real es que mientras se concreta la decisión del Poder Judicial e Indecopi pone en marcha el proceso de insolvencia que tomará meses en calificar la calidad de las deudas por pagar para establecer la Junta de Acreedores, empieza un verdadero calvario para los trabajadores.
Hoy en la mañana escuchamos que sólo un vehículo de prensa tiene gasolina, las líneas telefónicas están cortadas lo mismo que el servicio de Internet. Si esto fuera cierto, Panamericana Televisión corre el riesgo de colapsar no por inanición financiera, sino por paro cardiaco de caja chica.
Vía la nueva ley tributaria la Sunat puede intervenir para cobrar su deuda, pero no para manejar administrativamente el canal. El interventor coactivo no podía contratar, ni despedir trabajadores, tampoco podía reestructurar la programación, ni menos revisar la pauta informativa. ¿Qué michi entonces iba a realizar?
El presidente García es el primer responsable de este fallido zarpazo a la esquina de la televisión peruana y ha dejado abierto el camino para que retorne el impresentable Grupo Schütz.
Así tenemos a un Presidente de la Corte Suprema apurando a sus jueces para que las decisiones ya tomadas –el traspaso de las funciones a los antiguos propietarios- se realicen de manera inmediata. En eso estaba, cuando el gobierno se metió por la ventana –la gran ventana de Panamericana- y la Sunat metió literalmente la pata.
El problema real es que mientras se concreta la decisión del Poder Judicial e Indecopi pone en marcha el proceso de insolvencia que tomará meses en calificar la calidad de las deudas por pagar para establecer la Junta de Acreedores, empieza un verdadero calvario para los trabajadores.
Hoy en la mañana escuchamos que sólo un vehículo de prensa tiene gasolina, las líneas telefónicas están cortadas lo mismo que el servicio de Internet. Si esto fuera cierto, Panamericana Televisión corre el riesgo de colapsar no por inanición financiera, sino por paro cardiaco de caja chica.
Los trabajadores tendrán que apelar a esfuerzos supremos para seguir operando la empresa. Anoche anunciaron en un comunicado que decidieron “tomar el control operativo de la empresa para que los programas no se detengan”.
Ellos han decidido también mantenerse al margen de las disputas societarias, aunque lo más probable es que definida la situación judicial del canal y confirmado el retorno de Schutz y cía., los colegas de prensa tengan que dilucidar una nueva disyuntiva: o saltan de la sartén al fuego o se liberan del tormento presentando su renuncia en el acto.
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