Siete meses después de juramentar
el gabinete Valdes, con el saldo de 17 muertos, víctimas de la represión de las
Fuerzas del Orden en conflictos socioambientales, cinco de los cuales se
produjeron en los últimos dos días de violencia en Celendín y Bambamarca, el
presidente Humala decidió salir de su incómodo silencio para anunciar que el
Ejecutivo propone a monseñor Miguel Cabrejos como mediador en el conflicto por
el proyecto Conga.
Una respuesta positiva, aunque
tardía, tristemente tardía.
El presidente regional de
Cajamarca, Santos, ha aceptado la participación de monseñor Cabrejos y ha presentado a su vez como su representante
al padre Gastón Garatea, propuesto ayer como mediador por Alejandro Toledo.
La primera víctima de esta nueva
etapa de diálogo que se abre en Cajamarca es el Presidente del Consejo de
Ministros, Oscar Valdes.
Sin juego alguno que no sea la
posición inamovible del uso de la fuerza pública y legal, Valdes, sintomáticamente fue
desautorizado anoche por la
vicepresidenta Marisol Espinoza quien insinuó que había perdido su capacidad
negociadora.
"Tú no puedes sentarte a la mesa con sectores o con alguien que no
es visto con confianza… si realmente queremos encontrar una solución o
salida, entonces no podemos
empecinarnos en colocar a alguien que en este momento ha recibido
cuestionamientos por parte de la población", señaló.
De esta manera, la figura
principal del Ejecutivo terminaba su función. Se ha despojado del principal
valor que encierra un cargo como el que tiene: confianza.
Confianza para gestionar el
conflicto y sacarlo del punto de quiebre en que se encuentra, afectando seriamente
al gobierno de Ollanta Humala.
Confianza para resolver los temas
calientes que amenazan con prenderse en diversos puntos del país.
Confianza, en suma, como dice la
vicepresidenta, para sentarse la mesa y
dialogar con los sectores en conflicto.
Así, siete meses después, Conga
vuelve al punto en que lo dejó el ex premier Salomón Lerner Ghitis.
El Presidente Humala debe ahora
determinar el momento del cambio del primer ministro y recomponer su gabinete.
¿Antes o después del Mensaje a la
Nación de 28 de Julio? Sería ideal que fuera un poco antes. El gabinete que lo
acompañe al Te Deum y a las
actividades protocolares de Fiestas Patrias debiera tener un nuevo rostro,
renovado y de ancha base.
Pero no tendría nada de malo tampoco
hacerlo inmediatamente después del mensaje presidencial para despedir a sus
colaboradores con honores y salva de cañonazos –literalmente– y mantener el
control de la agenda mediática con el anuncio de los cambios.
Lo que no podrá hacer más el
presidente Humala, es sostener a Valdes… como hasta ahora lo ha venido
haciendo. El costo de persistir en este modelo es demasiado alto y empieza a afectar al propio jefe del Estado.
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