Se ha desatado una tormenta política por el viaje del presidente
Ollanta Humala a Tailandia e Indonesia para participar de la XXI Cumbre de
Líderes de APEC, para lo cual tenía el permiso respectivo del Congreso, como
dispone el Art. 102 inc. 9 de la Constitución Política del Estado.
El problema se origina porque el presidente decidió alterar su
agenda internacional, terminar antes de tiempo su participación en APEC, adelantar
su retorno y pasar por París, Francia, para entrevistarse en el Palacio del
Elíseo con el presidente Francois Hollande.
No fue, en efecto, una visita oficial o de Estado, que se prepara
con la debida anticipación, aunque por el fino protocolo francés, se parecía.
Hoy sabemos que se trató más bien de una invitación del presidente francés por
temas que aún desconocemos, pero que luego se ha informado estarían dentro del
rubro de la defensa nacional.
La pregunta clave es: ¿alteró el Presidente Humala su itinerario
para acceder a la entrevista con el presidente Hollande? ¿Se salió del marco de
la autorización expedida por el Congreso para ausentarse del país? La respuesta es no.
Es cierto que el presidente solicitó permiso a
la representación nacional para asistir a la XXI Cumbre de líderes de la APEC,
pero también lo es que para llegar a este destino en Bali, Indonesia, el
presidente tuvo que seguir una ruta prevista, un plan de vuelos, hecho por la
Fuerza Aérea del Perú para el desplazamiento del avión presidencial.
Este itinerario incluyó la siguiente ruta: Lima, Fortaleza (Brasil),
Islas Canarias (España), Paris (Francia), El Cairo (Egipto), Bombay (India),
Bangkok (Tailandia) y Bali (Indonesia). Siete países. ¿Tenía acaso el
Presidente de la República permiso para viajar a todos estos países? No. ¿Ha
violentado, en consecuencia, la Constitución por este hecho? Tampoco.
El avión presidencial es un Boeing 737.500 que tiene una autonomía
de vuelo de seis horas. Es el avión más moderno que tiene la FAP. Puede
recorrer el país de punta a punta tres veces sin recargar combustible. Cuando
realiza viajes largos, como el que ahora comentamos, necesita realizar paradas
técnicas cada ciertos tramos.
El plan de vuelos que programó la FAP para el avión presidencial con
destino a Bali, incluyó Paris porque se decidió ir por Europa. Pudo haber tenido
otra ruta por el Pacífico lo que implicaba pasar por Alaska, cruzar el Estrecho
de Bering y llegar a Rusia, China, bordear la costa oriental del Pacífico y
llegar a Indonesia. Pero es cuestión de gustos.
El hecho que el presidente Ollanta Humala haya optado por ir en un tramo
de la “ruta Europea” en avión comercial (Lima-Paris, París-Lima), no altera el
itinerario acordado para el desplazamiento del avión presidencial.
En la medida que el encuentro con el presidente francés no era el
obejtivo del viaje y el presidente Ollanta Humala ha seguido la ruta
programada por el avión presidencial, siendo, además, el jefe de Estado, el conductor de
la política exterior, no hay transgresión constitucional.
Lo que sí cabe pedirle al presidente es una explicación de los
objetivos cumplidos con su presencia en El Palacio del Elíseo, los beneficios
para el país de esa charla y, por supuesto, recomendarle que, en adelante, utilice
el avión presidencial en todo su itinerario y no esté dándole el encuentro a
mitad de camino en vuelo comercial. El avión presidencial tiene un aterrizaje
no solo seguro, sino suave.
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