Se ha abusado del término “psicosocial”. Cualquier acto de
manipulación, propaganda o antipropaganda es hoy un psicosocial. Su mala fama
le viene de los noventa, cuando el gobierno autoritario abusó de este mecanismo
hasta la grosería.
En Defensa Nacional, sin embargo, lo psicosocial es un área de
estudio y de acción. El Poder Nacional, el Potencial Nacional o la Realidad
Nacional se analizan desde los dominios político, económico, psicosocial y
militar.
El dominio psicosocial está ligado al poder. Al poder expresado en
su forma más amplia, de conducción de grupos humanos. Se ocupa de acciones o
luchas que ocurren en la mente de la gente con la finalidad de producir,
cambiar, combatir o doblegar una conducta.
El espacio donde el psicosocial combate es en la conciencia y en
el subconsciente. Así lo entienden, al menos, los militares y policías. Es
parte de su formación. Es indispensable para ganar una guerra. Siguiendo a
Clausewitz, el fin de la guerra no es liquidar al enemigo, sino doblegar su
conciencia, dejarlo sin voluntad o apropiarse de ella.
Siendo parte de la lucha por el poder, el psicosocial no es solo
una expresión del conocimiento militar. Es una herramienta política. Y en manos
de los políticos, su valor estriba en la consistencia que adquiera al paso del
tiempo.
El psicosocial viene principalmente de quien ejerce el poder. Pero
nada impide que políticos diestros –conspiradores profesionales– lo utilicen
como arma contra el poder. Esto último pasó en el gobierno del presidente
Toledo, quien fue víctima de psicosociales urdidos por sus enemigos políticos,
muchos de ellos enquistados en los propios órganos del Estado.
El psicosocial empieza de muchas formas. A veces con un sobre
manila que llega a un medio y se reproduce como una “investigación
periodística”. Otras, como un simple rumor. “Ya cae el Cholo Toledo”. “De
Navidad no pasa”. “El paro nacional lo tumba”, “No termina su gobierno”.
Algunos de estos rumores pasaron a la acción. Se sostuvieron en medios y
columnas de opinión.
Una situación similar se quiere imponer hoy en día. Una serie de
rumores sibilinamente desestabilizadores o abiertamente golpistas inundan diversos
círculos de opinión. “Se viene una denuncia bomba”, “Se cae el gobierno de
Humala”, “De la legislatura de marzo no pasa”, “Preparemos un gobierno de
unidad nacional”.
Este tipo de operaciones psicosociales se repotencian cuando
llegan a los medios de comunicación. Pero un psicosocial es efectivo solo si
llega a estar en las conversaciones diarias de la casera del mercado. En la
mente del común de la gente. Ahora bien, la casera no es un ser pasivo, sin
resistencia a la manipulación. En su mundo interior batallan los argumentos y,
sobre todo, las acciones de las partes. Y lo que piense la gente de su entorno,
familiares, amigos. Juegan hasta las costumbres y los hábitos. La psicología de
la casera definirá el rumbo que tome el rumor.
Siendo las redes sociales un mecanismo ideal para esparcir el
rumor, lo son también para contrarrestarlo. La baja credibilidad de los medios
de comunicación es una razón para ello, pero también la reacción inmediata de
quienes no se dejan impresionar fácilmente por rumores y psicosociales.
El rumor muere al revelarse la verdad. Pero ¿qué pasa si lo que se
esparció es verdad? Entonces, no estamos ante un rumor, ni un psicosocial, sino
ante una conspiración. Una verdad descubierta que se utiliza para liquidar a un
enemigo político o destruir un régimen.
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Publicado en Diario 16, el miércoles 4 de febrero de 2015.
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