Hay varios tipos de
confianza. Personal, institucional, empática. La confianza puede ser objetiva,
relativa, temporal. Confianza es sinónimo de seguridad o grado de certeza. Nunca
ciento por ciento. En ese caso es más que confianza; fe. Sólo en el plano
político, la confianza es respaldo. Aprobación.
Este es el tipo de confianza
que solicitará el premier Cateriano. Y suele ser efímera, matrera y, no pocas
veces, falsa, interesada. Pero así es la política. Votos son los que cuentan.
Para la sociedad, en
cambio, el tema de la confianza es mucho más complejo que el voto de
investidura. La confianza es la base sobre el cual se levantan las
instituciones del sistema democrático. Es la argamasa del tejido social. Hay
países donde sus ciudadanos tienen más confianza entre sí que otros. O respecto
a otros.
Un país A, por ejemplo, puede
tener más confianza entre sí, que los ciudadanos de un país B entre ellos. Ese
país está tiene una argamasa más solida. Pero teniendo más confianza los del A,
pueden desconfiar más respecto a los del país B. Y viceversa. Los del país B teniendo más desconfianza entre ellos
podrían confiar más en los del país A.
Lo que se discute es si la
confianza es producto de una mayor cultura cívica desarrollada a partir de la
calidad de las instituciones democráticas o si, por el contrario, es la calidad
de las instituciones democráticas la que desarrolla una más profunda cultura
cívica y confianza institucional.
En Latinoamérica la desconfianza
y la debilidad institucional van de la mano. En este caso estamos distantes
respecto a Europa o Estados Unidos. Somos más desconfiados entre nosotros o tenemos
mucha más desconfianza hacia las instituciones bases del sistema democrático.
Según datos del
latinobarómetro, en Europa el indicador de confianza interpersonal es de 70%;
en América Latina es 22%. En el Perú el
nivel de confianza llega apenas a 18%. Somos aún un país y una región
desconfiada.
La desconfianza erosiona
las instituciones. No se salva nadie. Poderes del Estado, partidos políticos, estamentos
policiales, medios de comunicación, iglesias. Todos caen. La falta de confianza
impide emprender acciones comúnes a mediano y largo plazo. Independientemente
del crecimiento económico la desconfianza avanza.
Es como si estuviéramos
dentro de un proceso desencanto generalizado de la población. Algo peligroso en
la política y más aún ad portas de un proceso electoral.
Ahora bien, la confianza
se construye con gestos, pero, principalmente con acciones. El premier
Cateriano es muy probable que obtenga la confianza. Pero necesita acciones
concretas para sostenerla en el tiempo. El voto de investidura sólo es un
primer gesto. A partir de aquí depende de él construir confianza social,
política y económica para atraer inversiones y reimpulsar el crecimiento.
Sin confianza, lo primero
que se pierde son las oportunidades.
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Artículo publicado por Diario16, el lunes 27 de abril de 2015.
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