24 junio, 2017

Después de Thorne... ¿el tornado?


La renuncia del ministro de Economía, Alfredo Thorne, a manos de un Congreso aleonado que le rechazó la confianza solicitada, ha dejado en evidencia a un Ejecutivo débil, incapaz de defender a su pieza más importante.

Así como antes no pudo defender al ministro de Educación -quizás el que mayor consenso logró en torno a su gestión- y así como dejó renunciar al ministro de Transportes, Martín Vizcarra, para evitarle ser censurado; sin pena ni gloria, inmoló a un ministro que cometió el error de pretender jugar a hacer política.

¿O acaso dejaron que caiga por razones que desconocemos? ¿Era más conveniente para algunos dentro del gobierno reemplazar a un ministro que sobre el manejo económico había también logrado consensuar las opiniones, pero en contra?

Después de todo, el junio el INEI señaló que el PBI creció apenas 0,17%. El FMI redujo su proyección del crecimiento peruano para el 2017 de un 3,5% en abril a 2,8% en mayo. Y el  BCR hizo lo propio y reajustó el PBI para este año de 3,5% a 2,8%. De manera que entusiasmo por las cifras de crecimiento económico en el Perú no había en ningún lado.

Fuera de estas especulaciones, el enroque al interior del gabinete no asegura que el temporal haya pasado. Más aún si el propio Presidente dice y se desdice -sin que nadie se lo pida- sobre el indulto de Fujimori. Es como si después de Thorne... ¡viniera el tornado!

Si finalmente lo hace, PPK no solo habrá terminado de partir al país, sino que perdería la base que lo llevó al poder. ¿Lo apoyaran los fujimoristas en esas circunstancias? No es seguro que lo hagan. ¿Por qué tendrían que hacerlo? Lo más probable es que no lo hagan y terminen empujándolo al abismo.

Que en esa circunstancia extrema, el Presidente del Consejo de Ministros lleve también el fajín de ministro de Economía, ayuda a definir la balanza del poder.

El fujimorismo solo tendría que hacer comparecer al Premier y Ministro ante el Congreso para obligar al Presidente Kuczynzki a gatillar finalmente su decisión de plantear -esta vez sí- la cuestión de confianza sobre el gabinete. Y de aquí en adelante, como dicen en el argot deportivo, ir por más.

Salvo, claro, que PPK decida pactar y olvidarse de sus promesas de campaña. ¿Después de Thorne llega la calma?... Veremos.



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