Liu Xiunhuan,
propietario del chifa Asia en Independencia, fue interceptado llevando carne en
su camioneta en la que también había un perro amarrado dentro de un costal. La gente interpretó esta
escena como que Liu usaba en su restaurante carne del fiel amigo del hombre. La
municipalidad cerró su negocio, los comensales casi lo linchan, su restaurante estuvo
a punto de ser quemado y la televisión y los periódicos dieron la “noticia”
mañana, tarde y noche. Portales web y redes aumentaron los decibeles desatando
pasiones y chillidos xenófobos.
No es
estrictamente una Fake News (Noticia Falsa), pero sí una variante de ella, una
Distorted News o Noticia Distorsionada. Evidencia una falta de rigor periodístico,
de pereza mental o simple negligencia para abordar la información.
Este pseudo
producto periodístico al rebotar en las redes sociales sufre nuevas
transformaciones hasta convertirse en un objeto irreconocible, provocando
reacciones masivas, tendencias, que encajan mejor en la psicología de masas que
en la comunicación. Pasamos así del fake news al face news.
No es algo
nuevo. Noticias falsas, inventadas, distorsionadas, alteradas o sesgadas han
existido siempre. Lo nuevo es la rapidez con la que hoy se conocen a través de
los diversos canales digitales en manos de ciudadanos de todo tipo. O de
agencias especializadas con influencia de Estados o corporaciones que libran
batallas ideológicas con otras intenciones.
En 1835 el New
York Sun describió para sus lectores la falsa historia de que un astrónomo
inglés usando un telescopio había descubierto seres fascinantes en la Luna:
unicornios, hombres alados y animales en miniatura que vivían en perfecta
armonía.
No se conoce
cuántos creyeron la información pero el tiraje aumentó de 8 mil a 20 mil
ejemplares. Para cuando el diario confesó la verdad, las ventas se habían disparado.
Las noticias
falsas replicadas en internet se han convertido en un verdadero problema sobre
todo en etapas de campaña electoral. Noticias basura o campaña negra contra los
rivales también han existido siempre. Lo que preocupa hoy es la capacidad de
reproducción y su impacto en la conducta y las decisiones personales.
Portales de
noticias, televisión, radio, blogs, correos electrónicos, whats up y redes
sociales son los canales por donde circula esta desinformación deliberada que
en época electoral puede definir una elección. Es lo que Hilary Clinton cree le pasó en la reciente campaña que perdió con Donald Trump.
Las principales
víctimas de estas noticias distorsionadas son los propios medios y los
periodistas. Estas informaciones falsas, de corte sensacionalista, diseminadas bajo
la apariencia de informes o noticias han llevado a otros países a tomar en serio
el asunto.
La Comisión Europea (CE) está trabajando en una propuesta para
combatir las noticias falsas y su propagación en las redes sociales. Y en
Francia, el presidente Emmanuel Macron, anunció cambios en la ley para
“proteger la democracia de las noticias falsas”.
En Brasil, el
Tribunal Superior Electoral (TSE) busca crear un mecanismos para poner freno a
esta moda. Una idea es que las empresas de medios sociales como WhatsApp,
Facebook, Twitter y Google tomen contacto directo con la justicia electoral.
Por estos
lares, nosotros hemos empezado recién a sentir sus primeros efectos. El ruido
generado con el ciudadano chino es solo el comienzo. Noticias falsas tendremos
con intensidad en las próximas contiendas electorales. ¿Alguna propuesta? Una vieja receta puede servir: menos face, más book.
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