El presidente Pedro Pablo
Kuczynski ha esbozado una explicación sui
generis sobre el nuevo escenario de vacancia que confronta. "Aquí hay
un esfuerzo de hacer una revolución de extrema izquierda", ha señalado en
entrevista concedida a RPP.
Explicó que existe en el país un
grupo de izquierda radical que “no está reconciliado con el indulto que le otorgó
a Alberto Fujimori”, razón por la cual busca expulsarlo del poder, convocar
nuevas elecciones y cambiar la Constitución.
En ese plan desestabilizador incluyó
a la protesta —violenta, concertada—, que mantienen los productores de papa en
diez regiones del país, pese a los esfuerzos del ministro de Agricultura.
En esa visión apocalíptica del
poder, el presidente argumentó que la guerra no solo es contra él, sino “contra
el propio fujimorismo” (sic) ya que la intención de adelantar los comicios
electorales y legislativos, en el fondo, lo que busca es “impedir que el
fujimorismo, que está parcialmente dividido, sea una fuerza política” (sic).
En otras palabras, el presidente trazó
un escenario de guerra y definió a su enemigo en las antípodas de su
pensamiento ideológico. Como consecuencia lógica, el fujimorismo debía ser su
aliado y pelear en su misma trinchera. Pero, oh sorpresa, el fujimorismo no ha
bajado el tono y por el contrario a través de sus voceros ha señalado que
apoyarán el pedido de vacancia contra el presidente Kuczynski.
El análisis del
presidente tiene un problema. Su enemigo no es ideológico, es estratégico. No
es programático, es táctico. Su peor enemigo es el fujimorismo, o mejor dicho
la neoversión de él: el keikismo.
En la medida que el presidente
siga llevando en el avión presidencial y siga paseándose por las regiones con
los congresistas "advangers", dando la impresión que el desgajamiento de Fuerza
Popular significó para él 10 nuevos congresistas PPKenjistas, más sangre en el
ojo empozará en el fujikeikismo.
La guerra de papel de la
izquierda radical no es nada sin el apoyo del fujikeikismo. El levantamiento de
los paperos no es porque tengan poderosas organizaciones comunistas que los
convocan a encender la pradera. La sobre producción de papa ha tirado el precio
por los suelos. Si el mercado no funciona, zarandean al Estado.
El presidente sabía que el
indulto a Alberto Fujimori partiría el país en dos. Se lo advirtieron en mil
idiomas. Pero él tomó su decisión y siguió adelante. No hay sorpresa en esto.
El problema que lo sacará del
poder no es el indulto, ni la extrema izquierda, ni los paperos. Es la idea de
que mintió al país en el tema Odebrecht, sus enredos con Westfield Capital y
First Capital y sobre todo la sensación que empieza a apoderarse de la gente de
que este gobierno es inoperante o incompetente para solucionar las cosas.
“El presidente Kuczynski está
inmerso en evidentes casos de corrupción y nosotros no vamos a avalar a un
presidente corrupto”. Estas palabras son del vocero de FP, Daniel Salaverry. Es
lo que debe preocupar al presidente. No las ideas de izquierda. La vacancia no
es ideológica. Es solo ilógica, pero real.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario