Luis Bedoya Reyes, hizo un llamado a la unidad de la clase media en el Perú. Dijo que la clase media es muy nutrida en nuestro país y puede ser “el pie firme que conduzca a un desarrollo social igualitario y eficaz”. Es un pensamiento aristotélico, el del joven centenario; prefiere una sociedad donde predomine la clase media, homogénea económicamente, sin conflictos graves por la riqueza, con ciudadanos que asuman alternadamente su responsabilidad de gobierno.
El problema es que hay diversos tipos de clase media. La clase media que irrumpe y aumenta exponencialmente en China es diferente a la clase media que decae en Estados Unidos y que mira con desconfianza a los latinos que desesperadamente cruzan el muro, es distinta también a la clase media que convulsiona y estalla en violencia en las calles en Europa, ante la lenta e inexorable desaparición del Estado de bienestar.
En América Latina no hemos tenido una clase media dirigente. En algunos de nuestros países ni siquiera tuvimos clase media. Cuando nacieron las repúblicas hubo clases altas expoliadoras, rentistas, que con el tiempo devinieron en mercantilistas, conservadoras, racistas; nada nacionalistas y hasta neocolonialistas.
La clase media latinoamericana es una clase en consolidación. Una tarea por hacer. Si bien en términos económicos ha crecido, la clase media en la región es aún un espacio precario, intermitente, frágil, ante cualquier eventualidad social o económica.
Y en una situación así de vulnerabilidad, difícilmente esa clase media ascendente podrá dedicar su tiempo a construir y mantener las instituciones que una sociedad democrática demanda. Esa nueva clase sandwich, hija del crecimiento económico de los últimos treinta años, tiene aún en su base formativa el patrón de la informalidad, la cultura del achoramiento y el lastre de una educación de baja calidad y una salud igualmente precaria.
"El Perú tiene un compromiso serio en formar y dirigir su clase media”, señaló Bedoya. Y en esto tiene razón. Es responsabilidad de todos formar y dirigir una clase media culta, democrática, tolerante.
El Estado tiene su parte, construyendo hospitales y postas médicas que aseguren la atención de salud; disminuyendo los índices de anemia infantil; impartiendo una educación básica de calidad; aumentando el presupuesto para investigación, ciencia y desarrollo; ampliando las becas de estudio para los jóvenes con talento.
El camino hacia una clase media con responsabilidad política pasa por mejorar no solo el nivel económico, sino también el acceso a servicios de salud y educación de calidad que permitan a las nuevas generaciones construir instituciones honestas, amplias, sostenidas, democráticas.
En el plano social, los ciudadanos tienen también su contribución con esta nueva clase media. Cada uno, desde su espacio familiar, social, debe desarrollar esta tarea. Se puede empezar por cosas simples, nada sofisticadas, como preferir la papeleta de tránsito al billete escondido al policía; respetar la cola; no hacerse el dormido en el asiento reservado para los adultos mayores; tolerear la diferencia; alentar al equipo de fútbol sin violencia.
“En la clase media está la gran reserva del Perú y la esperanza de la igualdad, por eso ojalá podamos ponernos de acuerdo algún día en esas metas inmediatas y en esas metas posibles, ojalá el gobierno, independiente de su obligación en la redistribución del ingreso, pueda tener el horizonte despejado para que esa clase media nos conduzca al desarrollo igualitario”, dijo Bedoya.
Es un buen argumento que debemos todos escuchar y poner en acción.
Es un buen argumento que debemos todos escuchar y poner en acción.
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