01 diciembre, 2019

Perú 2050*

Como una corriente marina fresca y anchurosa que subyace en el mar fangoso y movido de acontecimientos políticos ligados a las denuncias de corrupción, la CADE 2019 se dio tiempo para hablar del futuro. 

El periodista Andrés Oppenheimer abrió la sesión con un resumen de su reciente obra —Sálvese quién pueda— en la que relata los cambios que experimentarán algunas profesiones  en los próximos años, producto del avance de la denominada Revolución 4.0.

En un escenario de robots inteligentes y de nanotecnología algunas tareas y trabajos desarorllados por humanos serán reemplazados por robots, algo que ya viene ocurriendo desde ahora con transcriptores, secretarias, contadores, anfitriones, dibujantes, profesores, médicos y periodistas.

Contra lo que podría pensarse, los cambios más dramáticos no serán en los países desarrollados —donde la tecnología de punta es la vanguardia de la productividad— sino en países de ingresos medios como México o Perú que en muchos sectores de la producción, sobre todo en servicios, tiene ocupada mano de obra no calificada.

El otro enfoque prospectivo del país lo presentó el director de El Comercio, Juan José Garrido, con el adelanto del Proyecto Perú 2050 que busca despejar las incógnitas de cómo será el mundo y el país de aquí a treinta años y qué cambios será posible esbozar en algunos conceptos claves como: demografía, tecnología, medio ambiente, política, economía y sociedad.  

La prospectiva no es futurología. No predice el futuro ni lo adivina. Es una disciplina que ayuda a construir escenarios partiendo de la realidad actual y proyectando sus indicadores en diferentes niveles, modelando sus resultados futuros. 

Como dijo Sebastiao Mendoça Ferreira, asesor de Perú 2050, algunas cosas sabemos y tenemos certezas; de otras no. 

Hay consenso que en tres décadas el mundo tendrá más o menos 9.700 millones de personas. El centro económico del planeta será China que recuperará el poder económico, centrándolo en el Pacífico, donde estuvo hace más de 500 años, hasta que el descubrimiento de América viró su eje hacia el Atlántico.

En ese momento tendremos ciudades que serán tan grandes como países. El mundo será mayoritariamente de clase media. Si en 1820 el 84% de la población del planeta fue pobre o muy pobre, el 2050 apenas el 3% lo será.

En tecnología, los celulares serán 10 mil veces más potentes a los que conocemos hoy. Este dispositivo estará dotado de Inteligencia Artificial, lo que lo convertirá en un dispositivo indesligable del ser humano, un Asistente Inteligente Personal (AIP); una computadora que ayudará al hombre a realizar todo tipo de tareas ocupacionales, intelectuales y/o recreativas.

En aquel momento ingresaremos de lleno al sistema quántico de procesamiento de datos, millones de veces más potente que el sistema binario que tenemos ahora. Esta tecnología permitirá resolver algunos de los problemas que encierra procesar millones de datos a la vez como el modelamiento climático, el modelamiento genético o económico.

Si la revolución industrial superó la capacidad física del ser humano al saltar del procesamiento manual a la máquina movida por energía, la Inteligencia Artificial, por primera vez en la historia de la humanidad, sustituirá las capacidades cognitivas del hombre.

El uso de la Inteligencia Artificial en la educación será el fin del profesor de aula, tal como lo conocemos. Los niños se relacionarán y aprenderán más y mejor con sus AIPs que con su profesor humano. El nuevo rol para los maestros será la de tutor, guía; un soporte emocional y social en el nuevo mundo de máquinas interactivas.

En política, la nueva tecnología hará ver a la democracia como un sistema obsoleto o al menos estancado. Más importante será el rol del cuidado del medioambiente y las decisiones que los gobiernos tomen sobre él que las ideologías para organizar la sociedad o la economía. Probablemente la palabra tecnopolítica cobre un nuevo sentido, ligada más a la calidad y efectividad de los servicios públicos en línea antes que a la diferencia entre funcionarios públicos y políticos. 

En esta perspectiva, el ejercicio sobre el futuro del Perú delineó cuatro escenarios, cuatro líneas de evolución de nuestro país que está en nuestras manos modelar:

1. El Perú Inercial. En este escenario, se prolonga el marasmo actual. No tenemos agenda mínima común. El Perú es un mosaico astillado de representaciones políticas. Algunas regiones logran crecimiento moderado y rápido, mientras que otras son consumidas por el decrecimiento y el despoblamiento.

2. El Perú Desarrollado. A diferencia de lo que tenemos hoy, el Perú ha logrado mejorar la cooperación, la conexión y la comunicación entre sus líderes. Existe una agenda que se mantiene independientemente de quien gobierne, el crecimiento es sostenible y entre la población hay mayor respeto y confianza.

3. El Perú Fragmentado. En este escenario, los grupos extremistas han tenido éxito en su prédica y práctica. Han crecido. Las instituciones democráticas se han deslegitimado y el país vive periodos largos de inestabilidad política y social, lo que a la larga genera también inestabilidad económica. Surgen líderes populistas.

4. El Perú Autoritario. Aún cuando la democracia sigue siendo el sistema de gobierno que prevalece, su esencia se ha desvirtuado. Surge un líder autoritario elegido en democracia. No importa su ideología. Puede ser de izquierda o de derecha. Es un excelente comunicador que domina los mecanismos tecnológicos de control ciudadano. Usa el populismo como doctrina inspiradora y método de gobierno.

¿Política ficción? No. Solo probabilidades. Escenarios. Prospectiva. Situaciones que pueden materializarse o no, pero que ayudan, parados como estamos en nuestra realidad —con vecinos indignados y movilizados—, a pensar bien qué debemos hacer los peruanos para construir el futuro que soñamos. El Perú que pensaron nuestros fundadores: una República, al fin, de ciudadanos.




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* El Proyecto Perú 2050 es una iniciativa del Diario El Comercio que busca producir una Hoja de Ruta de crecimiento y desarrollo para el país. El presente post se ha escrito en base a las exposiciones de Juan José Garrido, Sebastiao Mendoça Ferreira, Rodrigo Isasi y Ximena Vega, presentadas en la CADE 2019. 

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