La renuncia de la ministra Vildoso se enmarca dentro de lo que debiera ser la conducta normal de la política. Cuando alguien tiene puntos de vista insalvables con quien depende jerárquicamente –sobretodo de carácter ético o moral–, simplemente renuncia. Se va. No hacerlo sería indigno de su propia conciencia.
Hay gente que ante hechos de tamaña naturaleza que chocan directamente con sus principios, se queda callada o, peor aún, continúa en su puesto como si nada pasara. Acomodados y sempiternos existirán siempre.
En esas circunstancias, la salida, renuncia o retiro, puede incluso ser decorosa si uno se va en silencio y sin atacar ni traicionar a quien le otorgó su confianza.
Situaciones límite ocurren a lo largo de la vida. El rumbo que tomamos ante ellas nos va formando el espíritu y el carácter.
Un acto grave como los luctuosos sucesos de Bagua, es una situación límite. Y en un caso así, uno hace un balance entre lo que está pasando en la realidad y su código de ética y comportamiento político.
En el caso de la ministra trascendió que el motivo que decidió su renuncia fue un grotesco video que mostraba el cuerpo acuchillado de un policía; un spot que llamaba a los amazónicos poco menos que terroristas y conspiradores de la democracia.
En realidad, el video fue lo anecdótico. Lo que realmente inclinó la balanza fue la forma en que el Ejecutivo encaró el problema amazónico y el saldo trágico de muerte y sangre con que se decidió resolverlo.
Para una mujer de formación cristiana y de izquierda, el accionar fascistoide del gobierno fue demasiado. Vulneró su escala de valores y no le quedó más remedio que expresar su protesta renunciando.
La andanada de insultos que recibió de los compañeros apristas sólo revela que la mezquindad es también una característica del lado oscuro de la política. Es también un acto de desesperación ante un gabinete que se cae a pedazos.
En un país donde la voluntad de renuncia es un bien escaso, la decisión irrevocable de Carmela Vildoso es una brisa de aire fresco. Tuvo que elegir entre el bienestar del gabinete y su convicción profunda sobre el equivocado accionar del Ejecutivo.
Ni cobardía, ni deslealtad como la acusan ahora los apristas. Simplemente, una actitud digna en medio de tanto fango. La respuesta de una mujer que antepone sus principios y valores –como el respeto a la vida y el diálogo– a mantener un puesto de trabajo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
Es una clara señal para que Yehude renuncie, ya que fue Yehude quien la trajo al Gabinete.
Vildoso es una treja burócrata no lo olvidemos, y sabe muy bien cuándo su puesto peligra en proyección. Siempre hizo el papel del 'muertito' y dejo hacer a los 'angelitos' alanistas y se puso de costado, aguantando mil pellejerías en su sector, pero al parecer algo muy pestilente se ha hecho a sus espaldas o con su conocimiento que prefiere dejar el barco en un momento espectacular, me parece con la finalidad calculada de ser llamada en el próximo gobierno o para algún organismo internacional vinculado al tema que ahora nos acalora.
Publicar un comentario