A casi un año de terminar su mandato, los garantes reales
del gobierno no son Alejandro Toledo ni Mario Vargas Llosa. Hoy en día esa
categoría recae en dos personajes de su propio tablero: el presidente del
Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, y el excolaborador del gobierno Martín
Belaunde Lossio.
Ambos enfrentan esta semana momentos clave para el futuro
del régimen. De lo que hagan, digan, callen y logren, dependerá en mucho –sin
exageraciones– la marcha en el tramo final del gobierno del presidente Humala.
El premier Cateriano acudirá al Congreso para sustentar el
pedido de facultades legislativas que requiere el gobierno en materia
económica, seguridad ciudadana y otros. No le compete ir. Pero ha preferido
hacerlo para cumplir su tarea –hacer política– y persuadir a un Parlamento
fraccionado, sin mayoría clara, y plantear, luchar y ganar su aprobación en la
cancha.
Para abrir el camino, ha despejado toda duda respecto a que
no hará cuestión de confianza sobre el pedido de facultades, cerrando así toda
posibilidad de que el presidente de la República pueda (o quiera) cerrar el
Congreso de manera constitucional.
El segundo garante, Martín Belaunde Lossio, recibirá mañana
en el penal Piedras Gordas a la Comisión del Congreso, que preside Marisol
Pérez Tello, para responder las acusaciones que pesan sobre él de pagos y
sobornos en obras públicas y su relación con la cúpula de gobierno.
El poder de MBL radica, en este caso, en su palabra. Su
valor como garante estribará más en cómo logre equilibrar sus gritos desesperados
por demostrar su inocencia con sus silencios. Lo que declare a la comisión
marcará la pauta de su comportamiento futuro ante la Fiscalía. Puede también no
decir nada. Nunca como en ese caso un silencio será más que elocuente.
Cateriano se ha ganado el título de garante a pulso. En
apenas tres meses ha enfrentado crisis como las del espionaje chileno, el
conflicto social de Tía María, la fuga y captura de Martín Belaunde, y los
gastos y cuentas de la primera dama. Y de todas, hasta ahora, ha salido airoso.
El presidente del Consejo de Ministros es un garante no solo
para el gobierno, sino para la propia oposición. Es el garante de la Hoja de
Ruta.
En ese sentido, es el único que puede asegurar equilibrio
político dentro del Ejecutivo sin caer en juegos antidemocráticos ni perfiles
autoritarios. Pero, además, es quien puede echarse sobre el hombro la chamba de
recuperar el crecimiento económico conversando y persuadiendo a los grupos
económicos a seguir invirtiendo.
Si en derecho una garantía real implica la afectación de un
bien para el debido cumplimiento de una obligación, en política un garante real
es el que realmente tiene el poder de obligar un comportamiento en un sentido o
en otro.
Esta semana ambos garantes ponen en juego sus poderes. Belaunde
Lossio le sirve al gobierno mientras no hable. Cateriano, en cambio, es útil
por todo lo contrario.
De hacia dónde se incline la balanza en ambos casos –el voto
de confianza o las declaraciones oficiales de MBL– dependerá mucho la manera en
que ingresaremos al último año de gobierno. En definitiva, un garante real es
aquel que puede garantizar la continuidad del gobierno. Veremos si eso ocurre.
-----------------------------------
Artículo publicado en Diario 16 el 7 de junio de 2015.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario