Mañana lunes, a primera hora, la presidenta del Congreso,
Ana María Solórzano, se reúne con el Consejo Directivo y, sin mayores
preámbulos, da cuenta de la sentencia recibida del Poder Judicial que dispone
la condena de dos años de prisión suspendida contra el parlamentario Alejandro
Yovera, exintegrante de Fuerza Popular, expulsado de esas filas y hoy miembro
de la bancada AP-FA.
Sin abrir debate, procede a oficiar al Jurado Nacional de
Elecciones para efectivizar el desafuero del parlamentario. Queda en discusión
si corresponde o no al JNE convocar al accesitario, en tanto se trata de una
suspensión temporal y no definitiva. Hay posiciones a favor y en contra de esta
medida. La curul vacía es una posibilidad que empezará a crecer como opción.
Antes de levantar la sesión del Consejo Directivo, los
representantes de las bancadas acuerdan retirar sus firmas de la moción de
censura que pesa sobre la presidenta del Congreso. Y hacen efectiva su promesa,
mediante un documento presentado y redactado de puño y letra que tarda unos
minutos en ser rubricado por los legisladores de oposición.
Horas después, casi al borde del mediodía, todo queda listo
para desarrollar la sesión plenaria y clausurar la Segunda Legislatura
Ordinaria 2014-2015. El único punto de agenda es retomar el pedido de
facultades legislativas del presidente del Consejo de Ministros.
Solucionado el affaire Yovera, el premier, Pedro Cateriano,
acompañado por siete ministros, llega al Congreso, apenas diez minutos antes de
la hora de convocatoria, para evitar el trámite de esperar dos horas y los
cafés innecesarios que alteran los nervios. En la última versión del discurso
que tiene, la frase “hago cuestión de confianza” ha sido definitivamente
borrada.
El debate es intenso pero moderado. El oficialismo pretende
apurar el debate y presiona a la oposición para que apruebe en paquete las
facultades delegadas solicitadas. La oposición, con el triunfo de Yovera en el
bolsillo, vuelve a su punto inicial: ampliar la legislatura y debatir punto por
punto el pedido del Ejecutivo. Se produce un nuevo entrampamiento. Se arma nuevamente
la trocatinta y se escuchan palabras desde “desaire” hasta “traición”.
Pese a los esfuerzos del oficialismo, la oposición no
transa. Se opone a entregar facultades delegadas en todas las materias y la
frase “cheque en blanco” sube en el contador de palabras. Insiste en extender
la legislatura para debatir tema por tema cada una de las facultades
solicitadas.
El oficialismo acusa a la oposición de obstruccionista. Las
frases acusatorias suben de tono en uno y otro lado, pero, al final, los votos
indican que no hay consenso, sino solo para aprobar la demanda en seguridad
ciudadana. Es la única. El teléfono con Palacio de Gobierno se satura. El
oficialismo se arrepiente de haber convocado a Junta Directiva más temprano y
de haber entregado la cabeza de Yovera.
No queda más ánimo para nada. Se clausura la legislatura y
se convoca a la Comisión Permanente para que legisle, según el Art. 43 del
Reglamento del Congreso.
El premier se retira y señala que, pese a todos sus
esfuerzos, una vez más, el país ha sido notificado de la voluntad
obstruccionista de la oposición. Se ratifica en que en este último año se
gobernará vía decretos de urgencia. Mientras, en Palacio, se empieza a redactar
la convocatoria para una Legislatura Extraordinaria.
El clamor ciudadano –primero en redes, luego en las calles–
es que de una vez por todas nos dejemos de vainas y que, sea ampliación de
legislatura o legislatura extraordinaria, se aprueben las facultades que
solicita el Ejecutivo y que los congresistas NO COBREN por ese espectáculo
extra que tendremos que soportar. Las bancadas se fraccionan. Y todos piensan
ya en la nueva Mesa Directiva. El fajín de presidente del Congreso vuelve locos
a varios.
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Artículo publicado el 14 de junio de 2015 en Diario 16.
P.d. La realidad fue mucho más rica que la ficción. El Consejo Directivo se adelantó del viernes 19 que estaba programado al martes 16, fecha en que se resolvió el tema Yovera. Al día siguiente el Congreso se reunió en Legislatura Extraordinaria convocada por el Presidente de la República con el único propósito de aprobar las facultades delegadas solicitadas por el Ejecutivo; las cuales se aprobaron aunque por un menor tiempo que el solicitado. Superado el incidente, sigue la tensión en torno a la composición de la Mesa Directiva. Todo indica que el oficialismo perderá la conducción del Congreso. Pero, en el Perú, la realidad, como se puede entender, supera casi siempre a la ficción.
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